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Petronio Álvarez: un festival de música y ancestralidad en Colombia

Esta fiesta del Pacífico colombiano conquista a cualquier persona con su cocina típica, sus bebidas ancestrales, y el sabor y alegría de su gente.

Conversatorios, pinturas, venta de productos y bebidas típicas del Pacífico colombiano en el segundo día del Festival de Música Petronio Álvarez, en la ciudad de Cali, Colombia. Foto: Agencia Anadolu

Conversatorios, pinturas, venta de productos y bebidas típicas del Pacífico colombiano en el segundo día del Festival de Música Petronio Álvarez, en la ciudad de Cali, Colombia. Foto: Agencia Anadolu(Thot)

Por: Diego Carranza

‘Ríos de historias, mar de saberes'; este fue el lema de la XXII versión del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez. No obstante, esta fiesta pacífica también se convirtió en un mar de olores, sabores, color y alegría.

Durante seis días, miles de personas llegaron a la ciudad de Cali (Colombia) para el Petronio. Los asistentes (desde caleños, de otras regiones del país y hasta extranjeros) bailaron al ritmo de las marimbas de chonta, de violines caucanos, bombos, cununos y guasás, instrumentos que evocan las tradiciones y raíces ancestrales de los cuatro departamentos que conforman el Pacífico colombiano.

Se estima que cada noche que duró el festival, la Unidad Deportiva Alberto Galindo (llamada Ciudadela Petronio) recibió en sus más 40 mil metros cuadrados a unas 50 mil personas. Fueron ríos de gente con el mismo propósito: dejarse contagiar con la alegría y tradiciones de una región que aún permanece resagada y para muchos, oculta.

Además de la música, la gastronomía típica, las artesanías y coloridos vestuarios y el sabor de su gente también deleitaron los sentidos de los visitantes.

La cocina del pacífico y sus olores sedujeron el paladar de los asistentes

Sólo con entrar a la Ciudadela Petronio era posible sentir el olor del mar, a unos 130 kilómetros de distancia de la capital del Valle del Cauca.

“Lo más típico, que en el Pacífico no puede faltar, usted sabe, es el pesado y el plátano”, dice Elva Merla Caicedo, una cocinera de la vereda Tapaje, en el municipio de El Charco (Nariño).

Y entre los pescados, que iba directamente del mar al paladar de los comensales, había una gran variedad: pelada, pargo rojo, alguacil, gualajo, machetazo, entre otros.

“Siempre, nosotros nos criamos con eso. Nuestros desayunos eran un ‘tapao (guiso) de pescao’ bien bueno, con banano o plátano cocinado (…) y de sobremesa un chocolate en leche de coco o ‘milpesos’ (un tipo de leche de una palma del mismo nombre)”, explica con emoción.

Pero además, si en Colombia ha comido varios tipos de empanadas y bocadillos, seguramente no encontrará, a excepción de aquí, los que preparan estas mujeres:

“Tenemos unas exquisitas empanadas de piangua (un pequeño molusco); la masa viene preparada con leche de coco, colorantes de achote y con el agua del camarón. También tenemos la empanada de camarón, aborrajados de maduro con camarón, delicioso; o el favorito, el silencio de Toyo (una especie de tiburón), parecido a la cazuela de mariscos, pero la base es plátano y se prepara en leche de coco. También hay empanadas de Toyo”, detalla esta mujer que cocina y vende con sus once hijos.

En el Pacífico se pueden encontrar de 15 a 16 platos típicos, como ceviche de camarón, de piangua o triple (piangua, langostino y Toyo), cazuela de mariscos, langosta en salsa de coco, jaiba (cangrejo azul), entre otros.

Al preguntarle a Elva Merla qué tan afrodisiaca es la comida de su tierra, dice: “lo es tanto tanto que tengo once hijos (risas).

El viche, la bebida reina del Pacífico colombiano

La música y la gastronomía fueron algunos de los atractivos. Sin embargo, hay uno que es el alma de la fiesta pacífica: el viche, una bebida ancestral y artesanal con base en el jugo de la caña de azúcar.

Para prepararlo, se extrae un líquido de la caña, pero en este caso, la caña se corta antes de su maduración o cuando está ‘viche’ (de ahí su nombre). Posteriormente viene un proceso de destilación.

Del viche se derivan otras bebidas: el Viche Curao; el Tomaseca; el Tumbacatre, con esencia de borojó y chontaduro; el Pipilongo; la Crema de Viche; el Arrechón, con clavos y especias; el Viche de Naidí (asaí en Brasil), entre muchos otros. Su sabor varía de acuerdo a los ingredientes que le añadan y de la persona que lo haga. De hecho, según afirman los habitantes locales, incluso una misma bebida puede cambiar de sabor según quien la produzca. Y es una tradición y sustento de familias enteras.

“Sin el viche no hay nada, esta es la base”, confirma Ruth Nancy Álvarez, proveniente del pueblo Pizarro, en el municipio de Bajo Baudó, al sur del Chocó.

“Todas estas bebidas son con base en el viche. Pero son maceraciones que en un momento dado pueden ser embriagantes”, dice Salomón Hurtado, también de Pizarro, y quien ya envía sus bebidas a Bogotá y Aruba.

Aunque algunos dicen que son alrededor de 20 o 35 bebidas derivadas del viche, otros como Hurtado, afirman que el número puede ser incalculable.

Además de las propiedades medicinales que tiene, como limpiar el organismo y eliminar impurezas, aliviar los efectos de la menstruación y el posparto, también tiene efectos afrodisiacos.

“Sí tienen sus poderes afrodisiacos; si usted se toma esta bebida seguido, si quiera una media botella hoy, siente los efectos, siente el poder”, explica entre risas y con firmeza Hurtado, o ‘el Abuelo’, tal vez uno de los maestros de las bebidas ancestrales de la región.

Una oportunidad para víctimas de la violencia

El Petronio Álvarez no es solo una fiesta musical. También se convirtió en oportunidad para quienes han huido de la violencia, como es el caso de Ranulfo Piraza Ismare, un indígena de la etnia Wounaan Nonan, en el Bajo San Juan, sur del departamento del Chocó.

Ranulfo llegó a la capital del Valle hace casi cuatro años junto con 20 familias, más de 200 personas, todos desplazados a causa del conflicto armado colombiano.

“Nosotros no sabemos… como hay bastantes grupos, distintas bandas allá, uno no sabe. En el campo uno no sabe, como casi visten con la misma roba no sabemos bien”, explicó.

No obstante, en su primera vez en un evento de tal magnitud, exponía con carácter sus trabajos, algunos con significados profundos y otros como símbolos de protección.

“En este momento estamos como desplazados aquí en Cali, pero estamos trabajando (en el Festival) con estas artesanías, jarrones, mochilas, bufandas, manillas, collares, de todo tenemos”, dice este hombre de tez morena y ojos rasgados, con un particular español.

Petronio: una ventana del Pacífico colombiano para el mundo

El Petronio Álvarez es un escenario para reivindicar la cultura afro y del pacífico y darla a conocer al mundo entero. Por ello, tiene un significado especial para los expositores, vendedores y figuras de esta tierra, golpeada por el olvido, la pobreza y la guerra.

“Es importante porque uno viene a aprender muchas cosas, es la primera vez que tenemos un stand, pero logramos esto estamos dando cuenta como es el trabajo”, asegura María Rina Ospina, de Tumaco (Nariño).

Por su parte, Ruth Nancy Álvarez, ve el festival como “algo ancestral, que nos recuerda lo de nuestros ancestros. Recordar para que no se nos olviden nuestras tradiciones”.

“Significa un reconocimiento de rescatar nuestra tradición, la de los ancestros, porque es ahí donde uno se da a reconocer, cómo uno empezó y como se crio, y como se criaron nuestros abuelos… Rescatar la tradición”, señaló Elva Merla Caicedo.

“Es una gran ventana, porque gracias al Petronio hoy estoy comercializando mis productos. Yo soy de los que cree que el Petronio no debe morir, debe seguir y debemos fortalecerlo” afirmó Salomón Hurtado, al hacerle un llamado a las autoridades locales para que esta fiesta se extienda o que su presencia pueda ser permanente.

Para la poeta afrocolombiana Mary Grueso, una de las figuras más representativas de la región, el Festival “es una ventana al mundo de cómo nosotros manejamos nuestra identidad cultural, cuales son nuestras costumbres, nuestra idiosincrasia, por qué y por dónde nos movemos, y qué es lo que hace que seamos diferentes: la música, la danza, la poesía, la forma de ser, las creencias”.

Entre tanto, para Baudilio Guama, fabricante, intérprete e ídolo de la marimba, el Petronio es "una de las fiestas clave que conlleva a recoger ese sentimiento de toda la comunidad del Pacífico y fuera del Pacífico de Colombia".

A nivel musical Cali ya no es solo salsa… también es currulao, abozao, bunde y juga, los ritmos que buscan conquistar el mundo. Como afirmó Yuri Buenaventura, un salsero proveniente de esta región que triunfó en Francia y que fue el gran invitado especial del Petronio Álvarez 2018, "la música del Pacífico es el jazz del siglo XXI".

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