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Continúan negociaciones entre el Ejecutivo e indígenas en el Cauca

"El momento es muy oportuno, especialmente por el asunto de la paz, ante la posibilidad de una salida al conflicto (armado interno)", opinó el portavoz del Cric.

El Gobierno y los indígenas del norte del Cauca abrieron hoy la primera mesa de negociaciones en Popayán, capital del departamento de el Cauca, región de la que el pueblo de los nasas exige la salida de los actores armados.

La autonomía territorial, los territorios ancestrales, la reforma agraria y las concesiones mineras y energéticas son los asuntos que dominan estas primeras sesiones de trabajo, que se extenderán hasta el viernes por la tarde, cuando se espera que se hagan públicas las eventuales conclusiones.

"Llegamos a estas negociaciones con la mejor disposición", aseguró el portavoz del Consejo Regional Indígena del Cauca (Cric), Vicente Otero, poco antes del inicio de las discusiones, que tienen como sede la Universidad Autónoma Indígena Intercultural, en el norte de Popayán.

En unas declaraciones periodísticas también previas, el ministro del Interior y portavoz del Gobierno ante los aborígenes, Federico Renjifo, dijo en Bogotá que espera que este proceso "siga adelante" para bien de las comunidades de la región.

La actitud de los indígenas ha permitido avanzar sin contratiempos en el diálogo, reconoció Renjifo, quien resaltó asimismo el acompañamiento que tiene por parte de delegados de la ONU y la OEA, varias dependencias del Estado y el superior de los jesuitas en Colombia, Francisco de Roux.

Los equipos negociadores están encabezados por el viceministro del Interior para la Participación e Igualdad de Derechos, Aníbal Fernández de Soto, y el consejero mayor del Cric, Jesús Chávez.

En esta primera mesa o comisión también tienen asiento una decena de delegados indígenas, entre ellos de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (Acín), así como representantes de los ministerios de Agricultura, Ambiente, Minas y Energía, y Justicia, además de la cartera del Interior.

Tierra y territorio es el nombre dado al comité con el que las partes abrieron sus negociaciones, cuya agenda fue consensuada el pasado 15 de agosto durante una visita a la región del presidente Juan Manuel Santos, que era esperado por unos 15.000 aborígenes.

Santos viajó entonces a La María, emblemático resguardo nasa en la población de Piendamó, para hacerle frente a una creciente protesta de los aborígenes caucanos contra la presencia de militares, policías y guerrilleros en sus tierras ancestrales.

El movimiento lo lidera la Acín, que reúne a las autoridades nasas, pueblo con unos 100.000 miembros distribuidos en una decena de localidades del norte del Cauca, región que acoge en su parte sur a la etnia de los guambianos.

En julio último, la Acín declaró a su pueblo en "resistencia permanente" para presionar la retirada de las fuerzas de seguridad y los rebeldes.
Aunque el Ejecutivo ha descartado la posibilidad de ordenar la salida de la fuerza pública, esta exigencia indígena fue integrada a la agenda de negociaciones de un segundo comité de trabajo, denominado de derechos humanos, conflicto armado y paz.

"El momento es muy oportuno, especialmente por el asunto de la paz, ante la posibilidad de una salida al conflicto (armado interno)", opinó el portavoz del Cric al hacer mención del anuncio de Santos de que avanzaba en "conversaciones exploratorias" con las FARC.

El presidente confirmó el lunes último versiones sobre unos acercamientos en La Habana con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y que, según varios medios periodísticos, llevarán a la apertura de un diálogo formal de paz a comienzos de octubre próximo, en Oslo.

Otero resaltó que las negociaciones con el Ejecutivo en Popayán, que comprenden una tercera mesa sobre salud, educación y comunicaciones, son todavía más oportunas porque los indígenas también tienen en Popayán una propuesta propia de paz.

Además de la retirada de los actores armados, la iniciativa de los nasas establece que el control del territorio quede en manos de la Guardia Indígena, cuerpo que porta bastones de madera, todo dentro del derecho a la autonomía que les reconocen la Constitución del país y varias normativas internacionales. 

 

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