<strong>Contrato de trabajo de 818 euros al mes</strong>, formación profesional en una escuela, clases de alemán y alojamiento. Esa era la promesa que convenció a 128 jóvenes españoles para dejarlo todo en nuestro país y marcharse a Alemania, a Erfurt, una ciudad a unos <strong>300 km </strong>de Berlín. Se la hizo una empresa de intermediación, Sphinx Consulting, con sede en Las Rozas (Madrid). Al llegar se encontraron con que la realidad no tenía nada que ver con lo prometido. <strong>No había contratos cerrados con empresas alemanas</strong>, no había clases de alemán, y en lugar del piso compartido del que les hablaron, se encontraron durmiendo en <strong>una residencia </strong>en muy malas condiciones por la que tienen que <strong>pagar 3,5 euros diarios </strong>y en la que en algunos casos comparten habitación con otras nueve personas. Tampoco les han devuelto el dinero que adelantaron para el billete o como anticipo del curso de alemán. Algunos llevan ya un mes en esa situación, esperando el trabajo prometido y ocultando a sus familias lo que está pasando. "<strong>No nos queda mucha paciencia</strong>, ése es el mayor problema ahora mismo; hay mucha gente que ha decidido no decir nada a la familia por no preocuparles", comenta uno de ellos que prefiere no decir su nombre. El gobierno del Estado de Turingia asegura que va a hacer <strong>todo lo posible para lograr trabajo para ellos</strong>, porque trabajo hay. El problema, concluyen, es que el grupo de españoles se ha encontrado con el intermediario equivocado.