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El “detrás de cámaras” de la crisis ministerial

Así se vivió en la Casa de Nariño la salida de siete ministros el pasado 26 de abril.

Casa de Nariño

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Aunque la primera manifestación pública de la crisis ministerial se presentó la noche del martes 25 de abril en Zarzal, Valle, el presidente Gustavo Petro llevaba al menos una semana madurando la idea.

Un amigo del presidente –que no es funcionario del Estado– estuvo llamando desde la semana pasada a varios de los nuevos ministros ofreciéndoles con discreción la posibilidad de entrar al gabinete. También llamó a otros que no fueron nombrados.

El ofrecimiento para algunos tuvo un carácter puramente teórico. La frase repetida fue “en caso de que se presentara una renovación del gobierno en el curso de los próximos meses, usted estaría dispuesto a que el presidente contemplara su nombre para tal cargo”.

Esa persona fue Eduardo Noriega de la Hoz, un abogado samario, exsecretario general de la Alcaldía de Bogotá, también secretario general del Ministerio de Educación durante la administración de la ministra María Emma Mejía y amigo desde hace muchos años de Gustavo Petro.

Noriega está casado con la ministra de Vivienda, Catalina Velasco y es reconocido por su prudencia y eficiencia, sobre todo a la hora de ejecutar tareas encomendadas por el presidente.

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Las ofertas resultaron tan abstractas que, por ejemplo, el nuevo ministro de Salud Guillermo Alfonso Jaramillo estaba apenas ayer a mediodía haciendo planes para el lanzamiento de su candidatura a la Alcaldía de Bogotá.

La cuenta regresiva se activó en Zarzal, Valle, el martes en la noche, cuando el presidente se quejó de la eliminación en el Congreso de un artículo de un proyecto de ley que permitía comprar tierra sin expropiarla y pronunció esta frase: “El Congreso de Colombia quita el artículo que permitía una negociación suave, pacífica y obliga —si se quiere cumplir el Acuerdo de Paz— a expropiar a quienes tienen la tierra. Yo no entiendo si el Congreso de Colombia quiere guerra”.

Allí también quedó clara su inconformidad con la labor de algunos de sus ministros que había sido evaluada un día antes. De acuerdo con una fuente de la Casa de Nariño, el desempeño resultaba pobre en casi todas las carteras.

El jefe de Estado habló en el discurso de Zarzal de crear un Gobierno de emergencia: “Que tenga funcionarios que trabajen de día y de noche, cuyo corazón está a favor de la gente humilde y no simplemente por ganar un salario y unas comisiones, y que sea capaz de adelantar los enormes retos que se nos demandan en el campo rural. Ya no podemos esperar más”.

La misma noche del martes el presidente le pidió a su jefe de Gabinete, Laura Sarabia, que citara el consejo de ministros para ayer a mediodía y a algunos ministros a tener reuniones individuales desde las 9:00 de la mañana.

El ministro de Hacienda José Antonio Ocampo llegó a su despacho a las 7:30 de la mañana y, según algunos de sus colaboradores, era evidente por su cara larga que sabía lo que venía.

Los ministros llamados a las reuniones individuales eran los mismos que saldrían del Gobierno. El presidente quiso, esta vez, comunicarle cara a cara su decisión a los funcionarios salientes.

Seis de los siete lo tomaron bien. La excepción fue la ministra de Salud, Carolina Corcho, que no esperaba su salida. El presidente había roto sus relaciones con los jefes de los partidos Liberal, Conservador y de la U, defendiendo la reforma a la salud –lo que significaba, en gran medida, la defensa de la ministra Corcho– y ahora le estaba pidiendo que se fuera.

Allegados del presidente dicen que, aunque respeta y valora a la hoy exministra, llegó a la conclusión de que era difícil persuadir a las bancadas de votar la reforma a la salud mientras su interlocutora fuera una persona que consideran intransigente.

La ministra escuchó la decisión del presidente entre sorprendida y decepcionada. Se levantó del despacho y dejó la Casa de Nariño sin esperar el último consejo de ministros.

Seis de sus colegas entraron al salón sabiendo que sería la última vez que se sentarían alrededor de la enorme mesa que tiene los puestos marcados por orden de precedencia constitucional.

El presidente empezó su discurso explicando que el manejo de un Estado a veces exige decisiones complejas. Dijo: “Sé que con esta decisión estoy caminando por el filo de la navaja, pero ¿cuándo en mi vida no ha sido así?”.

Luego ofreció la palabra y el ministro José Antonio Ocampo fue uno de los primeros en tomarla. Afirmó que el papel de un ministro de Hacienda a veces es ingrato porque muchas veces tiene que decir “No”. También dijo que le correspondió hacerse cargo de las finanzas del país y lo había hecho con responsabilidad, para dar estabilidad y credibilidad tanto interna como externamente.

El presidente Petro respondió: “Lo sé y asumo las consecuencias”.

La siguiente en intervenir fue la saliente ministra de Agricultura, Cecilia López, parte del discurso de Zarzal parecía dedicado a ella. El mandatario había dicho: “Yo pienso que el Gobierno debe declararse en emergencia. Significa que día y noche los equipos del Gobierno estén trabajando en cómo bajar el precio de los alimentos, en cómo entregar tierra al campesinado, en cómo tener más alimentación sembrada y por tanto menores precios, porque esto es un punto fundamental de la paz”.

Con esas palabras, aún retumbando, la ministra Cecilia López dijo que siempre había defendido los derechos de los campesinos y las acciones del Gobierno y que seguiría haciéndolo el resto de su vida.

Alfonso Prada, ministro del interior saliente, aseguró que su compromiso seguía firme y que hace un año el presidente Petro lo había llamado para ser su jefe de debate en la campaña y eso había cambiado su vida.

Prada, cuya cabeza rodó por cuenta del rifirrafe entre el presidente Petro y su antiguo jefe el expresidente Juan Manuel Santos, dijo que hasta el último momento cumpliría su función y que saldría de ese recinto hacia el Congreso para defender a su colega el ministro de Defensa, Iván Velásquez, que afrontaba ayer una moción de censura.

La tensa reunión culminó cordialmente y para todos quedó claro que el Gobierno estaba reconcentrándose en personas cercanas al presidente. No habrá más una administración de coalición.

Quizás el trino que la jefe de Gabinete, Laura Sarabia, publicó entrada la noche sea un anticipo de lo que se viene: con una foto de la Plaza de Armas de Palacio de fondo, anunció: “Vuelve el Gobierno al balcón. En diálogo con el pueblo trabajador colombiano. 1º de Mayo. Casa de Nariño. 10:00 A.M. Gustavo Petro, presidente de la República”.

Para algunos este es el comienzo de una era de movilizaciones para presionar con manifestaciones populares la aprobación de las reformas que impulsa el Gobierno.

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