¿Quién era y qué hizo Garavito? Esta es la historia de ‘la bestia’
Luis Alfredo Garavito fue uno de los asesinos seriales más peligrosos en la historia de Colombia. Reviva aquí su historia criminal.
Este jueves 12 de octubre, alrededor de la 1:00 de la tarde, el INPEC confirmó la muerte de Luis Alfredo Garavito, un asesino serial y depredador sexual de menores conocido a nivel internacional tras haber cobrado la vida de más de 130 niños en el país, según confirmó la Fiscalía General de la Nación al momento de su captura la pena máxima era de 40 años, por lo que fue eso lo que recibió.
En 2023, Garavito cumplió 24 años de condena y su tiempo en prisión concluiría cuando este cumpliera los 82 años, sin embargo, los dos cánceres que padecía le cobraron su vida antes de que pudiera cumplir con los años que le dictaminó la justicia.
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El asesino serial padecía una leucemia diagnosticada y un cáncer ocular que le causó la pérdida de su ojo izquierdo.
¿Quién era Luis Alfredo Garavito?
Luis Alfredo Garavito Cubillos nació en 1957 en el municipio de Génova, Quindío, hijo mayor y segundo de siete hermanos. En varias entrevistas en prisión, Garavito se refirió a su padre como un machista, adultero y agresivo, y a su madre como una mujer violenta que nunca le dio cariño en su infancia. Llegó a mencionar que lamentaba pertenecer a una familia que se pasaba discutiendo, peleando y desatendiendo en gran medida a sus hijos.
Gravito, a sus 13 años fue abusado sexualmente por un amigo cercano de su padre, según relató en su momento, el hombre lo habría atado a una cama para agredirlo sexualmente, cortarlo con navajas de afeitar, quemarlo con velas y morderle sus genitales, incidente que, en medio de su frustración lo llevó a matar y diseccionar a dos pájaros, su primer acto violento.
“Mi papá no dormía con mi mamá, dormía conmigo, él me bañaba. Tengo un recuerdo vago, era de noche, él como que me acarició, me tocó las partes íntimas. A ese señor nunca lo quise, lo veía como un verdugo”, confesó el asesino en una de las audiencias.
Posterior a esto, en su adolescencia, incitaba a sus hermanos menores a que durmieran desnudos junto a él en su cama compartida, para finalmente cometer su primer delito sexual a los 15 años, sin embargo, los gritos evitaron que pudiera consumar el acto, situación que llevó a su padre a echarlo de su casa por un corto periodo de tiempo por “comportamiento homosexual”.
La vida sexual de Garavito siempre fue su mayor problemática, pues pese a varios intentos fue permanentemente incapaz de tener un encuentro con una pareja femenina, además, desarrolló una adicción con el alcohol, lo que causaba menor control de sus acciones.
Ya, en su adultez, Garavito, tras los supuestos dos abusos sexuales que sufrió, el poco control de sus impulsos y la nula atención de sus familiares desarrolló síntomas de psicosis, paranoia y depresión, empezando a abusar sexual y compulsivamente de niños y niñas.
Después de su captura
Desde 1992, Garavito inició todo su recorrido criminal, convirtiéndose en uno de los monstruos del país, denominado también como ‘el monstruo de Génova’, engañaba a cada una de sus víctimas, comúnmente menores de bajos recursos, eligiendo zonas apartadas para, después de asustarlos con un cuchillo, empezar el mismo ritual con el que asesinó a más de 130 niños, aunque se presume que la cifra podría llegar a los 200.
Hasta finalmente ser capturado en 1999, dando pocas entrevistas a medios desde aquel momento, siendo una de las más conocidas la que tuvo con el periodista Rafael Poveda.
“Ha sido el mayor desafío de mi vida, yo he hecho muchos reportajes en mis 40 años como periodista y nunca había tenido que afrontar algo como esto. La primera entrevista fue en 2001, cuando mi hijo tenía 10 años, la misma edad de las víctimas de Garavito”, mencionó el periodista en W Radio.
Según expertos, en su ritual criminal la intención era infligir dolor a la víctima, porque en varios casos los torturaba vivos, lo que indica que dentro de su perfil estaría el sadismo. Los investigadores dicen que mientras abusaba de cada niño, le iba propinando puñaladas en su torso y finalmente le hacía una cortada profunda en el vientre para que se desangrara o, incluso, llegaba a degollarlo.
Fueron pocos los niños a quienes Garavito dejó con vida o se lograron escapar de sus garras.