Economía

Cuáles son los activos corrientes: ejemplos y cómo clasificarlos

Estos activos corrientes deben ser tenidos en cuenta por las empresas y se clasifican en tangibles e intangibles.

Imagen de referencia de los activos corrientes de una empresa. En el círculo, billetes colombianos de diferente denominación (Fotos vía GettyImages)

Imagen de referencia de los activos corrientes de una empresa. En el círculo, billetes colombianos de diferente denominación (Fotos vía GettyImages)

Dentro de las compañías existen diversos activos y, entre ellos, se encuentran los comúnmente llamados activos corrientes o circulantes, es decir, los que “se utilizan para designar el efectivo y otros recursos identificados como aquellos que se esperan razonablemente realizar, vender o consumir durante el ciclo normal de operación”, explica el Consejo Técnico de la Contaduría Pública (CTCP). Adicionalmente, estos son mostrados dentro del balance general y resultan, según diferentes expertos, como “un indicador útil de la liquidez de un negocio”, agrega ‘Square’, impulsador de pequeñas empresas.

Sin embargo, estos activos deben separarse de los ‘no corrientes’ debido a la importancia que generan en la situación de una compañía a corto plazo, pues “se relaciona con la capacidad de una empresa para cumplir sus obligaciones inmediatas en el curso normal de las operaciones en los activos disponibles”, añade el Consejo Técnico.

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¿Cómo se clasifican los activos corrientes?

El Consejo Técnico de la Contaduría Pública, explica que los activos corrientes se clasifican en diferentes grupos tangibles e intangibles:

  • Efectivo; por ejemplo, los que se encuentran en la caja o los bancos.
  • Valores negociables destinados para que exista una conversión en efectivo dentro del ciclo de operaciones.
  • Cuentas y documentos por cobrar que se recaudarán durante el ciclo de operaciones que puede ser de un año.
  • Inventarios como materias primas, producción en proceso y artículos terminados.
  • Gastos pagados por anticipo.
  • Inventarios.
  • Inversiones.
  • Cartera de créditos asociados.
  • Cartera de crédito no asociado.
  • Cuentas por cobrar. En estas deben omitirse aquellas que tengan una realización mayor a un año.

Es importante mencionar que lo ideal es enumerar en el balance general del activo más líquido al menos líquido, en ese orden de ideas, “los activos corrientes aparecerán antes que los activos no corrientes (…) y suelen desglosarse en las partes que los componen”, señala ‘Square’.

Dentro de los ejemplos más comunes a los que se pueden enfrentar las empresas está cuando invierten en títulos valores, acciones o cuotas e igualmente en un Certificado de Depósito a Término Fijo (CDT) cuya rentabilidad de intereses se encuentra por encima del 11 % en algunos bancos. Adicional, otro ejemplo muy marcado se relaciona con los inventarios, pues son activos corrientes que constantemente se convierten en efectivo o ingresos para la empresa; sin embargo, estos recursos no pueden estar “inmovilizados porque no generan rentabilidad alguna”, explica ‘Gerience’.

¿Por qué son importantes estos activos?

Según lo indicado por ‘Bayport’, empresa de soluciones financieras, los activos circulantes son sumamente relevantes porque ayudan a consolidar “un flujo de caja óptimo, ideal para solventar las responsabilidades en menos tiempo”. De igual manera, se relacionan con la capacidad económica que tiene una entidad para hacer los respectivos pagos de sus colaboradores, proveedores, bancos, entre otros. Esto último, generaría un parte de confianza en el mercado empresarial.

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