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Las aterradoras revelaciones de la Procuraduría sobre falsos positivos en Dabeiba

En el documento se detallan alianzas con paramilitares y la referencia a las víctimas como “paquetes” o “novillos” para la “sopa”. Además, se acusó a los comandantes de haber tenido nexos con Freddy Rendón Herrera, ‘El Alemán’.

Las aterradoras revelaciones de la Procuraduría sobre falsos positivos en Dabeiba

Las aterradoras revelaciones de la Procuraduría sobre falsos positivos en Dabeiba

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Foto de referencia del mayor Efraín Prada junto a Freddy Rendón Herrera, alias 'El Alemán'. Foto: Cortesía y Colprensa.

La W tuvo acceso al informe rendido por la Procuraduría delegada ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) sobre el caso que investiga la ocurrencia de falsos positivos en el municipio de Dabeiba (Antioquia), y en el cual se detallaron homicidios escabrosos, desaparición de todo tipo de personas y confesiones sobre vínculos estrechos de militares con el paramilitarismo.

En el documento, revelado por fuentes en la JEP, de acuerdo con las confesiones de los soldados del Batallón Contraguerrillas 79 se vincula gravemente al primer comandante del Batallón, mayor Efraín Guzmán, a quien uno de sus hombres de confianza, el sargento Jaime Coral, acusó ante la JEP de haber sostenido nexos con Freddy Rendón Herrera ‘El Alemán’, sanguinario excomandante de las Autodefensas.

“...el Mayor Guzmán se reunía con alias El Alemán. Al recordar ese encuentro (Coral) indica que: “se encontraba lavando su ropa, cuando entraron como a un bunkercito que estaba allí, ahí hablaron. No sabe qué coordinaron. ‘El Alemán’ terminó de hablar con el mayor y salió rápido. La comunicación con los paramilitares era a través de celular. El comandante tenía su propio celular y otros tres”, señala el testimonio de Coral recogido por el ministerio público.

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De acuerdo con Coral, patrullaban conjuntamente con los paramilitares por orden del mayor Guzmán, quien tenía una cercanía tal con las Autodefensas que bebía licor con ellos, los guías de las operaciones eran paramilitares y según el capitán Alfonso Romero, el mayor Guzmán permitía el tráfico de droga de las AUC en esa zona de Antioquia.

“Al terminar la pista hay un cerro en el cual se ubicó el puesto de mando. Se hablaba con Castaño cuando pasaba en el helicóptero, lo saludaba y le preguntaba si lo veía”, sostuvo el capitán ante los magistrados.

Es más, según el testimonio del sargento Ferney Triana el mayor Guzmán y su hombre de confianza Jaime Coral, pedían a sus “aliados” cuando necesitaban bajas, que les enviaran “litros de sangre” haciendo referencia a las víctimas.

“Decían: “necesito dos litros de sangre para este fin de semana. Ellos llamaban a las personas que llevaban allí los “litros de sangre”, recogían plata para el kit. El señor Coral hablaba del kit que lo componía el armamento, el bolso y la intendencia. Estos kits se los proporcionaban los paramilitares, y los litros de sangre eran las personas que iban a sacrificar, y para la financiación inicialmente comenzaron recogiendo dinero”, detalla la declaración de Triana ante la JEP.

Pero no todo queda allí, según el soldado Levis Contreras el propio mayor Guzmán amenazaba a sus hombres diciendo que el que revelara lo que estaban haciendo podía morirse su familia o él, y que el que no proporcionara “bajas” podía tener el mismo destino. Además, Guzmán fue acusado de crear un grupo especial, que bajo la orden “Vuelo 79″ en clave “el vuelo de la muerte” recibía la orden secreta de que su próximo movimiento debía ser la comisión de un falso positivo.

“...marihuaneros, rateros a todo lo que encuentren tarde en la noche tráiganlo, este grupo solamente va a hacer eso. De ahora en adelante este grupo se va a llamar El Vuelo 79 (vuelo por muerte), y si no le gusta, al que no le gusta me dice y lo sacamos del grupo, pero no cuente con la suerte de que seguirá vivo. De esto no se puede saber nada ni de lo que va a hacer el grupo” fueron las palabras del mayor Guzmán según Contreras.

Incluso, en el documento el soldado Contreras confesó que en un falso positivo el 8 de diciembre de 2004 donde se metieron a una escuela en la que había una fiesta, lo hicieron vestidos con camuflados y brazaletes de las Autodefensas, retuvieron a doce personas, pero el mayor Guzmán les dijo que sólo mataran a cuatro, porque no había “envoltura” para más.

Asimismo, varios comparecientes también mencionaron, sobre el crimen anteriormente detallado y sobre otros, que el asunto de las bajas ilegales se salió tanto de control que hasta les pagaban $250.000 por muerto, dinero, según los testimonios, proveniente de los paramilitares pagado por medio del mayor Guzmán o el comandante de la Brigada 17 para la época, general Luis Alfonso Zapata.

“Todo empezó en Santa Rita, jurisdicción de Ituango, cuando él se desató por completo (Guzmán), ya él fue el descaro total, ya empezaron a pagar por las víctimas, ya era como un negocio. Entonces fue cuando mi General Zapata mandaba la plata para el pago de bajas. (...) Yo me vine a enterar que el pago de bajas era de 2 millones de pesos por baja y a nosotros lo único que nos daban era 250 o 500 mil pesos el resto de plata se la partía entre el Mayor Guzmán y el Capitán Romero”, señala el testimonio del soldado Levis Contreras.

Por otra parte, otro de los comandantes del Batallón Contraguerrillas 79, mayor (r) Efraín Prada también fue gravemente incriminado, comenzando por el sargento Jaime Coral, quien afirmó ante la JEP que lo primero que hizo el mayor Prada al recibir la unidad militar fue reunirse con Freddy Rendón “El Alemán” y ponerse a sus órdenes.

Además de lo anterior y de ser acusado de mantener los vínculos con paramilitares, sus soldados confesaron que por orden del mayor Prada, así como del mayor Guzmán, se determinó asesinar a los sepultureros y a la mujer llamada Hermelinda (que aún permanece desaparecida y se encargaba de la morgue) quienes les ayudaban a “legalizar” y enterrar a muchas de las víctimas en el Cementerio Las Mercedes, sitio de disposición de los cuerpos en la madrugada.

De acuerdo con el soldado Levis Contreras, los sepultureros fueron asesinados uno cerca de una antena de comunicaciones rural y otros en el mismo cementerio, en un operativo en medio del silencio de la noche.

“...el mayor Prada ordenó la muerte de la señora Hermelinda, del sepulturero y de los tres pelados que hacían los huecos. El compareciente dijo que alias Banana (un mototaxista) le pidió al Mayor Prada que quería entrar al grupo y el Mayor le dijo que sí, que entraba, pero si mataba a la señora de la morgue. Entonces fue y le hizo el primer atentado y como quedó mal el trabajo lo mandaron a hacerlo de nuevo. La señora dejó la morgue y se fue, se escondió, y como el “Banana” no pudo terminar el trabajo, mi Mayor mandó a que lo mataran”, afirmó Contreras.

Más allá de los comandantes, en el informe del ministerio público también se detalló crudamente la forma en la que el patrón criminal de los falsos positivos se enquistó en un considerable porcentaje de los soldados del Batallón Contraguerrillas 79, donde las personas fueron calificadas como “paquetes” o “novillos” para una “sopa” y el sargento Coral, ya con experiencia en esos crímenes, les decía a los más nuevos, según sus testimonios, que eso era “como matar un animal”.

“Una vez fuera de la finca, se comunicaron con el Grupo Especial usando claves, para que bajaran, que “llevaban el novillo y que llevaban el racimo para la sopa”. Cuando se presentaron los uniformados, les solicitaron los documentos de identidad. Los retuvieron diciéndoles que tenían antecedentes, para proceder luego a causarles la muerte, simulando combate y reportándolos como guerrilleros”, indica el testimonio del soldado Contreras.

Incluso, en el documento se detalla la confesión de uno de los soldados, Jhojan Cano, enfermero de profesión, el cual debía reclutar habitantes de calle en Medellín para llevarlos y entregarlos a las tropas; según Cano en una ocasión, cuando ya se dirigían a Dabeiba uno de los indigentes que llevaba (después de bañarlo y cambiarlo) le mostró una foto de la esposa, lo cual ante el desenlace que tendría la víctima y que él no podía decirle, le generó un duro choque emocional.

Finalmente, varios de los militares afirmaron que el comandante de la Brigada Móvil 11, coronel (r) Jorge Alberto Amor sabía de las bajas ilegítimas, así como el jefe de operaciones de la Brigada coronel José Dumar Giraldo, quien según el sargento Jaime Coral, conoció de su propia boca de la ocurrencia de las ejecuciones extrajudiciales.

Sobre Amor, el propio excomandante del Batallón 79 Contraguerrillas, mayor Efraín Prada en su versión (en la que se calificó como un rehén de lo que pasó y no un instigador) señaló que el coronel Amor sabía de los crímenes que se estaban cometiendo.

“Señaló que por amenazas y por la conversación que sostuvo con Coral, así como del conocimiento de la persona que sabía sobre la realización de esos hechos (refiriéndose Jorge Amor Páez comandante de la Brigada), no tuvo el valor para impedir que se siguieran realizando”, retomó la Procuraduría.

Adicionalmente, en el documento también se abordaron las confesiones de los comandantes del Batallón Contraguerrillas 26 Arhuacos, responsables de ejecuciones extrajudiciales como la de Édison Lexander Lezcano. Por ejemplo, el coronel (r) Eddie Pinzón Turcios aceptó que tuvo nexos con paramilitares, pero porque el Ejército lo dejó “abandonado”. Además, uno de los capitanes, Hermes Alvarado, confirmó que el Batallón trabajaba con las AUC y los “paras” hasta les asistían la munición cuando estaban en combates.

La W además conoció que en referencia al caso, el escrito de imputación liderado por los magistrados Nadiezhda Henríquez y Alejandro Ramelli contra los máximos responsables por esos crímenes de guerra (aproximadamente 90 según los soldados), se encuentra siendo debatido por los magistrados de la Sala de Reconocimiento de la JEP, y a la espera de su pronta aprobación.

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