Regiones

La música urbana que narra la historia de sus regiones

Rap para desahogarse y construir comunidad, para preservar una lengua indígena y para desestigmatizar una región. Estas tres historias de Colombia Visible cuentan cómo lo rural también se cuenta desde lo urbano.

Como polos opuestos e incluso antagonistas suelen pintarse lo rural y lo urbano. Sin embargo, lo cierto es que lejos de estar desconectados, son dos entornos que hoy más que nunca están profundamente relacionados.

Huertas urbanas, herramientas de tecnificación agropecuaria y constantes migraciones de un lado al otro son prueba de que más que una barrera, existe un corredor de prácticas y saberes entre ambos lugares.

La música urbana es otra de ellas. Nacida en la precariedad de grandes urbes estadounidenses, el hip hop llegó a Colombia primero a la capital, Bogotá, y de ahí se fue extendiendo a otras latitudes, siempre urbanas.

Más tarde, sin embargo, el rap y la cultura a su alrededor fue llegando a las llanuras de la Orinoquía, a los bosques del Pacífico tropical y a las montañas del Catatumbo, donde hoy se han consolidado como herramientas artísticas para la expresión de regiones que tienen tanto qué decir y tan pocos escenarios para hacerlo.

En Colombia Visible recopilamos tres historias que dan cuenta de cómo las regiones han hecho suyo el hip hop y han generado así posibilidades para desahogarse, conservar sus tradiciones y desestigmatizar sus territorios.

En Arauca, estos jóvenes rapean para desahogarse y construir una comunidad

A Jairo Brito, más conocido como MC Canon, le gusta el hip hop desde que tiene memoria. En el colegio solía lanzar rimas sobre un ‘beat’ improvisado en el recreo y hoy, además de ser abogado, está trabajando en su primer álbum.

En Arauca, la ciudad de donde es oriundo, el rap ha cobrado particular importancia desde que creó el colectivo Coliseo Hip Hop, una organización de 23 jóvenes que busca recordar a la juventud que tiene una voz y con ella el poder de pronunciarse y actuar frente a las problemáticas que los aquejan.

Además, como en la periferia urbana empobrecida donde nació, el género musical se ha convertido en Arauca en un mecanismo que ha servido para que los jóvenes se proyecten hacia el futuro como personas y aporten a su contexto de una y otra manera.

“El punto es que cada quien, con su saber y su conocimiento, puede aportar algo a su contexto”, cuenta Jairo, y agrega que “el hip hop nunca ha sido excluyente y siempre se ha tratado de reconocimiento”.

Puede leer la historia completa aquí.

Este grupo de rap compone en lengua emberá chamí

“Tratamos de transmitir música que llega al corazón”, dice John Jader Rojas, productor y representante del grupo de rap Linaje Originarios.

Este no es un grupo como cualquiera, pues sus rimas no están en español o en inglés, sino en embera chamí. El grupo está compuesto por los primos Brayan y Dairon Tascón, integrantes de ese pueblo indígena, que habita entre Antioquia y Chocó mayoritariamente.

Su música, además de ser en su lengua autóctona, les canta a sus tradiciones, la Madre Tierra y su origen indígena, que pretenden revindicar en cada una de sus rimas.

Grabaron ‘Hijos Indígenas’, su primera canción, en 2015 y con ella “quisieron decirle al mundo ‘nosotros somos indígenas, queremos hacer rap, venimos desde resguardo Marcelino Tascón y queremos que nos conozcan’”, comenta John.

Y aunque inicialmente no era más que un hobby, hoy Linaje Originarios tiene varios sencillos y se encuentra grabando un álbum.

Puede conocer la historia completa aquí.

Motilonas: dos mujeres que, desde el hip hop, cuentan lo mejor que tiene el Catatumbo

Según cuentan Sol Ortega y Denis Cáceres, el pueblo motilón barí, la etnia indígena que habitaba las tierras del Catatumbo en Norte de Santander, era “un pueblo guerrero, luchador y resistente”.

De ahí, explican, el nombre de su grupo de música: Motilonas Rap.

Sol y Denis son dos primas oriundas de Tibú, uno de los municipios que conforman la región del Catatumbo, una de las más afectadas por el conflicto armado.

Ambas son apasionadas por la poesía desde que eran niñas, pero en 2008, cuando conocieron el hip hop, decidieron transformar sus poemas en canciones de rap.

Su primera presentación fue en el colegio donde estudiaban y “aunque era probablemente la primera vez que muchos en Tibú escuchaban rap, muchos se sintieron identificados con nuestras letras, pues estábamos hablando sobre nuestra vida en el territorio”, cuenta Denis.

Desde entonces, cansadas de tanta estigmatización hacia su tierra, componen música con la que buscan dar a conocer su región más allá de la violencia.

“Queremos que la gente deje de pensar que aquí lo único que hay es coca”, agrega Denis.

Puede leer la historia completa aquí