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¿Qué está haciendo Ecuador para frenar la violencia derivada del narcotráfico?

El general Pablo Ramírez, jefe de Investigaciones Antidrogas de la Policía de Ecuador, conversó con La W sobre cómo Ecuador pasó de ser un país de tránsito a un centro de distribución del narcotráfico en América Latina.

¿Qué está haciendo Ecuador por frenar la violencia derivada del narcotráfico?

Una serie de al menos cuatro carros bomba y motines en las cárceles, donde hay policías y guardias retenidos por los presos, volvieron este jueves a prender la alarma por la situación de violencia en Ecuador, a pocos días de que concluyese una sangrienta primera vuelta de las elecciones presidenciales, con el asesinato del candidato Fernando Villavicencio.

En cuestión de pocas horas, entre la noche del miércoles y la madrugada del jueves, se registraron cuatro vehículos con artefactos explosivos que acabaron calcinados sin dejar víctimas, dos de ellos en Quito y otros dos en Machala y Pasaje, dos ciudades de la sureña provincia de El Oro, fronteriza con Perú.

Si bien la Policía todavía investiga la relación entre los eventos de Quito y los de las otras dos ciudades, la similitud entre ellos y la coincidencia en el tiempo inclina a los investigadores a pensar en su conexión, y piensan en que una banda criminal puede estar detrás de estos “actos terroristas”, como los han calificado.

Para la Policía, tanto los carros bomba como los motines es una respuesta del crimen organizado a las intervenciones que junto a las Fuerzas Armadas está realizando en las prisiones para desarmar a las bandas criminales que controlan internamente los centros carcelarios del país.

Hasta el momento hay diez personas detenidas por sus presuntos vínculos con los dos coches que explotaron en Quito, y ninguno en relación con los otros dos sucesos en el sur de Ecuador.

Es la primera que se registra en la capital de Ecuador un presunto ataque simultáneo con coches bomba, algo que ya se había visto el año pasado en Guayaquil, uno de los epicentros de la crisis de violencia del país, al encontrarse allí el mayor puerto ecuatoriano, y una gran puerta de la salida de la cocaína traficada por el crimen organizado.

Tanto las explosiones de los automóviles como los amotinamientos se dieron pocas horas después de una masiva intervención con 2.200 policías y militares a la cárcel de Latacunga, situada en la provincia de Cotopaxi, a unos 70 kilómetros al sur de Quito, y presuntamente controlada por la banda criminal autodenominada Los Lobos.