Casper Ruud se coronó campeón del Masters 1000 de Madrid
Tras quedar fuera del ‘top 10’ antes de Madrid, el noruego regresará, después de dos semanas de ausencia.

Casper Ruud. Foto: EFE/Sergio Pérez / Sergio Pérez (EFE)
El noruego Casper Ruud, por fin, después de tantos y tantos intentos, logró el premio esperado, un título Masters 1.000, en Madrid, después de coronarse en la Caja Mágica con un triunfo convincente, laborioso, ante el sexto jugador del mundo, el británico Jack Draper, que no pudo culminar la remontada y cayó por 7-5, 3-6 y 6-4, en dos horas y media.
El tenista de Oslo, de 26 años, respiró aliviado tras su última derecha, un golpe paralelo que obligó a su rival a lanzar la bola fuera. Alzó los brazos y miró al cielo. Se quitó un peso de encima. “Espero que a la tercera sea la vencida”, dijo en la víspera el jugador noruego, que llegó a Madrid desde su lugar más bajo en el ránking de los últimos tiempos, en el decimoquinto puesto.
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Ruud disipó los fantasmas y acabó con el maleficio. Enterró su condición de perdedor. Esa que le puso en medio de tres finales del Grand Slam, dos de Roland Garros, superado por Rafa Nadal y Novak Djokovic, otra más en el Abierto de Estados Unidos, privado del éxito por Carlos Alcaraz, quien le ganó también en el Masters 1.000 de Miami de 2022, el primero que disputó.
Después, el pasado curso, llegó a jugar la final de Montecarlo. Cayó contra Stefanos Tsitsipas. Y unas Finales ATP acarició también, en 2022, su gran año. No pudo con Djokovic.
Cualquier intento, cualquier ambición de enjundia se le escapaba a este jugador de Oslo, elegante, de clase. Especialmente hábil sobre tierra, que llegó al número dos del mundo, pero que no terminaba de encontrar un hueco en un gran lugar, en un gran evento.
En Madrid, donde llegó casi de puntillas en esta ocasión, derrumbado en el ránking, fuera del ‘top ten’ después de mucho tiempo, logró triunfar en el momento menos esperado. Cuando su repercusión había decaído.
Pero, poco a poco, dio pasos grandes en la Caja Mágica, donde acudía por quinta vez, con la semifinal de 2021 ante Matteo Berrettini como su techo. Veinticuatro finales en su mochila. Su trayecto estaba marcado más por batacazos sonoros que por éxitos brillantes. Doce títulos, ninguno mayor, y otras tantas finales perdidas, varias de prestigio. De esas que separan la grandeza de lo vulgar.
No ha tenido un cuadro fácil en Madrid, el líder de victorias en tierra batida (125), finales (18) y títulos (12) desde el inicio de la temporada 2020. Tras sus triunfos sobre el estadounidense Taylor Fritz, cuarto del mundo, y el ruso Daniil Medvedev, décimo, dejó también en el camino a Sebastian Korda, al francés Arthur Rindeknech y el argentino Francisco Cerúndolo.
Tras quedar fuera del ‘top 10’ antes de Madrid, regresará, después de dos semanas de ausencia, como número siete a las alturas y con un éxito muy buscado y logrado bajo el brazo.
El tercer campeón escandinavo de un Masters 1.000 en tierra batida, tras los suecos Stefan Edberg en Hamburgo en 1992 y Magnus Norman en Roma en 2000, salió fortalecido del duelo de contrastes que se visualizó en la pista central de la Caja Mágica ante un rival que mejoró tras ceder el primer set pero que no pudo imponer su nivel, su buen momento, ante un especialista en arcilla.
El tenista de Sutton, ganador de Indian Wells y uno de los mejores de lo que va de temporada, que el lunes irrumpirá en el ‘top 5’ del ránking ATP, desequilibró el partido con una rotura en el tercer juego del primer set. Pero a la hora de la verdad, cuando pudo cerrarlo, con 5-4 y el saque de su lado, la mano le tembló.
Y Ruud logró su primer quiebre. Más asentado, a gusto, rápido de piernas, sin el dolor en las costillas que sufrió ante Cerúndolo, ganó tres juegos seguidos y cerró un set que tenía perdido.
Pero Draper reaccionó. Aprendió la lección e hizo gala de su mejor tenis. Con un buen saque y tiros más acertados. Aprovehcó los momentos de duda de Capser Ruud para romper en el séptimo juego y consolidar el parcial, que cerró al resto por 6-3.
Todo quedó por decidir en el set decisivo. Digno de una gran final, a tres mangas. Mostró su fortaleza y su experiencia el noruego y los juegos apretados, duros, se los apuntó. Rompió en el momento decisivo y ya no perdonó. Se hundió Draper y lo aprovechó. Enterró el maleficio Ruud, campeón.
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