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Desde el fondo del mar, la catarsis de María Carolina Hoyos sobre el asesinato de su mamá

Diana Turbay fue asesinada por Pablo Escobar; superar el dolor de perder a la madre es innombrable pero su hija bajó al fondo del mar para regalarnos consejos de cómo salir a flote

Desde el fondo del mar, la catarsis de María Carolina Hoyos sobre el asesinato de su mamá

Desde el fondo del mar, la catarsis de María Carolina Hoyos sobre el asesinato de su mamá

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Desde el fondo del mar, la catarsis de María Carolina Hoyos sobre el asesinato de su mamá | María Carolina Hoyos

Diana Turbay fue asesinada por Pablo Escobar en 1991; superar el dolor de perder a la madre es innombrable, pero su hija María Carolina Hoyos bajó al fondo del mar para regalarnos consejos de cómo salir a flote con su libro Desde el Fondo del Mar

Este es el prólogo de Juan Gossaín:

Con el alma en la mano

En este preciso momento, mientras leo las páginas escritas por su hija, tengo la amorosa sensación de estarla viendo sentada frente a mí, como tantas veces pude verla: enérgica pero sonriente, resuelta y al mismo tiempo afectuosa, sincera y cariñosa a la vez. Es una de las mujeres más inteligentes que he visto en la vida, y aún así no permitía que esa inteligencia se volviera puro raciocinio, sino que la mezclaba con una dosis de amor por los seres humanos. Mejor dicho, Diana Turbay era el equilibrio entre el corazón y el cerebro. Entre los sentimientos y la razón.

Recuerdo vivamente, como lo recuerdan también todos los colombianos de aquella época, el día en que la mataron en una operación que buscaba rescatarla de un secuestro. Eran tiempos infames en que se juntaron el miedo y el dolor, el tormento y la angustia, el pánico y la agonía. Colombia se estaba desbaratando a pedazos y Diana fue uno de los incontables y terribles sacrificios que tuvimos que pagar para impedir que el país acabara de derrumbarse.

Ahora María Carolina Hoyos, su hija, ha resuelto también, con un coraje que se parece al de su madre, enfrentar las acechanzas que producen los recuerdos, las evocaciones, las noches en vela y las lágrimas. Con ese mismo coraje ha escrito esta obra que se va a volver imprescindible, estoy seguro, no solo por la calidez y la ternura que campean a lo largo del relato, sino por su propia calidad narrativa. Porque hay que contar la verdad de esas historias que forman la vida de Colombia, pero se trata de la verdad bien contada. Es imperioso atenerse a la ética de los hechos, pero también lo es la estética para relatarlos.

Me asombra gratamente una combinación que aflora en todos los párrafos de este libro: la naturalidad de periodismo auténtico con que la autora describe sus emociones más íntimas y sus pesares más entrañables. Solo una persona que tenga el corazón en paz puede traducir así los rincones de su propia alma, con sencillez y maestría al mismo tiempo.  

Quiero detenerme en un acontecimiento que me iluminó los pliegues del corazón el día en que ocurrió y fue registrado profusamente por la prensa. Me refiero al momento en que María Carolina perdonó públicamente a los delincuentes infames que habían secuestrado a su madre y fueron la causa de su muerte. Ese día entendí a cabalidad que quien perdona lo hace porque sabe que la vida tiene un valor, pero no un precio.

María Carolina Hoyos Turbay lo aprendió en carne viva y bañada en lágrimas. Digna hija de su madre, ella convirtió el dolor en una nueva oportunidad para la vida.

Este libro es como una oración porque, según decía Shakespeare, el dolor que no se libera ni se expresa abiertamente entonces gime en el corazón y lo destruye. Esa es la razón por la cual los sajones antiguos decían que el perdón es dos veces bendito, porque bendice al que lo da y al que lo recibe.

La misma María Carolina Hoyos que hoy nos entrega su obra, que es como entregarnos su alma, escribió un día estas palabras que todos los colombianos deberíamos repetir, como si se tratara de una oración: “He traducido el dolor en esperanza”.

Aquí termino, porque acabo de comprender que yo no puedo hacer, en esta breve introducción, la tarea de traductor de los sentimientos ajenos. ¿Quién soy yo para interpretar los sentimientos nobles que anidan en el alma de María Carolina? Es mejor que ustedes, sus propios lectores, lo encuentren y lo comprueben a partir de las páginas que vienen a continuación.          

Solo les pido que, mientras avanzan en la lectura, vayan ustedes pensando en esto: la gente suele creer que los dolores más fuertes son aquellos que se curan con medicamentos. Este libro demuestra, en cambio, que los dolores más grandes son los que curan con el amor.

JUAN GOSSAIN    

Este es el prólogo de la autora, María Carolina Hoyos sobre su libro Desde El Fondo del Mar:

Quiero empezar por decir que no fue fácil tomar la decisión de escribir este libro.
No lo hago por el afán personal y vanidoso de contar mi vida o mostrar mis logros. Tampoco quie­ ro buscar empatía frente a las tragedias que ha dejado la violencia o contar una historia lacrimosa sobre una víctima del narcotráfico.

Escribo este libro porque me gustaría poder ayu­ dar, con mi aprendizaje y mi experiencia, a los demás. Mi vida no es tan diferente de otras. Como to­ dos los seres humanos, he sufrido y he sido feliz. He enfrentado problemas en mi trabajo, he tenido discu­ siones con mis amigos y me he apoyado en mi familia y en los que me quieren para seguir adelante. Como muchos, he aprendido a perdonar, a pasar la página y a ser feliz con lo que tengo, en lugar de amargarme por
lo que me falta.

La diferencia con los demás —y en lo que creo que puedo ayudar— radica en el método.

Aprendí a bucear cuando era niña. La idea de tener una disciplina deportiva surgió en unas vacaciones a la Costa con mi papá. Estaba cerca de la edad de ir a las fiestas en la playa y él, en lugar de prohibirme salir, me dio una alternativa.

No sabía en ese entonces que me estaba dando la herramienta más poderosa de mi vida.
Porque el buceo no solo es un deporte maravilloso, que exige —como todos— constancia, disciplina, una vida sana y buenos hábitos de alimentación, sino que además enseña una serie de técnicas que he aplicado para mi vida, y cuyos resultados han sido sorprendentes.

Es por esto que decidí compartir mi experiencia. Porque ha sido gracias a las señales del buceo que he podido aprender a ver la vida con otros ojos, superar los problemas, afianzar las relaciones con los demás, perdonar y crecer espiritualmente.

Más allá de la historia de mi vida, lo que quisie­ ra que los lectores atesoraran es el aprendizaje, que al igual puede aplicarse a cualquier cotidianidad, y es­ pero que, como a mí, los convierta en personas más fuertes, más valientes y, sobre todo, más felices. 

A continución la autora nos da un adelanto de seis señales que existen en el buceo, pero que se podrían aplicar en nuestra vida diaria:   

1. Como en la vida, en el buceo también hay di­ficultades que es necesario resolver. Una de las señales más importantes que se aprenden al bucear es “bajo de aire”. La falta de oxígeno puede hacer que el buzo entre en pánico y quiera subir a la superficie ensegui­da, pero al no hacer la descompresión correctamente, puede morir. Por eso, un buzo que está bajo de aire debe buscar una opción, calmarse, crear un plan de navegación que le permita salir del agua sin morir en el intento . Al igual que el buceo, la vida tiene estas situacio­nes. A veces uno siente que se ahoga, que no puede respirar más. #DesdeElFondoDelMar

 

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2. En los momentos más difíciles la reacción más común es #QuedarseEnganchado con el problema: lamentarse, dar rodeos y enfocar su atención y esfuerzos en el dolor. El dolor hay que vivirlo, pero también hay que saber cuando #CORTAR.

 

3. Esta señal de buceo se llama #Estabilizarse . Al igual que en el buceo, en la vida después de un tsunami hay que buscar estabilizarse  Luego de una montaña rusa de emociones, aprendí a cómo controlar eso, a vivir, a avan­zar con tranquilidad. La mano horizontal también quiere decir que las emociones son mínimas, que, así como la tristeza se mantiene al margen, como encerrada con cadenas, la felicidad también. Aprendes a controlar tu mente y a seguir adelante para construir la plena felicidad. 


4. #CogerseDeLaMano Esta es probablemente la señal que más me gusta del buceo. Es cierto que en las profundidades es donde más se siente el silencio y donde mejor se puede reflexionar, pero aun ahí abajo se requiere una mano que llegue a socorrernos en los momentos de angustia, de confusión. En el buceo, como en la vida, en situaciones de tristeza, incertidumbre o simplemente cuando nos sentimos vulnerables necesitamos de alguien que nos extienda sus manos, nos agarre con amor y nos dé seguridad, nos haga sentirnos cuidados. 


5. #TodoEstaBien puede ser la señal más repetida x los buzos en una inmersión! Esta señal, el índice y el pulgar pegados, se usa en el buceo no solo para afirmar que todo está bien sino para preguntarlo. En un camino lleno de imperfecciones, donde hay ratos más difíciles que otros, donde podemos tomar algunas decisiones equivocadas, siempre es necesario hacernos esa pre­gunta: En realidad, ¿Todo está bien? Aprendí que parte del proceso de #resiliencia es clave preguntarlo frecuentemente! 


6. A veces creemos que todo está bien, pero es necesario detenerse y preguntar ¿en realidad es así? #AlgoVaMal es una señal cuando encontramos algo que requiere más trabajo superar, perdonar, soltar para ser realmente feliz y sonreír con el alma.

DESDE EL PRÓXIMO VIERNES 8 DE MARZO PODRÁ ENCONTRAR EL LIBRO EN LAS LIBRERÍAS MÁS RECONOCIDAS DEL PAÍS. 

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