Judicial

Cuando asesiné a la víctima, lo dejé sin cabeza con una ráfaga: soldado Juan Soto

En su crudo relato, el exintegrante del Batallón La Popa detalló la forma macabra en la que varias de las víctimas fueron asesinadas.

Soldado Juan Carlos. Cortesía: JEP

En el cierre de la primera jornada de la Audiencia de Reconocimiento por falsos positivos en el Batallón La Popa, el soldado profesional Juan Carlos Soto Sepúlveda se refirió a su función como enlace con los grupos paramilitares y la forma descarnada en que asesinaron a las víctimas.

De acuerdo con Soto, en la ejecución extrajudicial del indígena Ever de Jesús Montero, cuando llegaron al lugar, los soldados que lo habían retenido lo habían vestido de policía y le dijeron que ese era ‘guerrillo puro’, y señaló que de los “cuatro que mató, de ese no se ha podido olvidar”.

“Llegué y monté al muchacho en el carro, llegamos a Patillal. A las 3.30 AM me llama mi teniente, yo levanto a Ever, me pidió agua y me dijo, déjame orinar que yo sé que me van a matar, yo le dije tranquilo”, narró.

El soldado Soto continuó su relato señalando que su fusil estaba dañado, y contó que cuando perpetró el homicidio de Ever Montero “se le fue una ráfaga, y ese muchacho, lo dejé sin cabeza, lo asesiné y lo dejé sin cabeza. Nunca voy a tener perdón de Dios”, afirmó.

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“Ese muchacho quedó irreconocible, yo no sé cómo lo montaron en el carro, porque fue tan cerca que le pegué que mandan la tropa a recogerlo, cuando montan el cuerpo se le cae media cara, se le caen los sesos, y se lo llevaron” expresó.

Además, detalló que en otra operación llegó el coronel Hernán Mejía con un guía con camuflado y pasamontañas, quien no era militar.

También señaló que el teniente Álvarez le dio la orden de matar a la víctima y él lo hizo, afirmando que la contraguerrilla ‘guajiros’ inventó el combate y el coronel Mejía les dio $600.000 por esa muerte.

Asimismo, profundizó sobre otro homicidio, afirmando que nunca le pidió a alias ‘El Paisa’ una persona del común civil, sino que en una ocasión le solicitó que les regalara “un combatiente” de las propias Autodefensas para matarlo, presentarlo como baja en combate e irse a descansar.

“Nunca le pedí que me entregara un campesino o un mestizo, o una persona del común, nunca, pedimos que nos diera un combatiente de ellos para asesinarlo e irnos de permiso”, afirmó.

En su relato, el soldado en su descarnada confesión pidió a las víctimas que puedan perdonarlo y “abrir su corazón”.