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Chocó, una bomba de tiempo; Capítulo uno: Conflicto armado

En la primera entrega de este especial nos adentramos en el río Atrato, para conocer de cerca la realidad del conflicto armado en este departamento.

[Por: Paula Bolívar y Johana Fuentes | Si tiene denuncias, escríbanos a: paulabolivarpinilla@gmail.com y johanafuentesm@gmail.com]

La W se adentró en el río Atrato en el departamento del Chocó para conocer lo más profundo del conflicto armado, y estando allí confirmamos el recrudecimiento de la guerra.

Algunos de los testimonios que presentaremos a continuación no serán identificados, debido a las amenazas en su contra y al riesgo que esto representa para sus vidas.

El recorrido desde Quibdó hasta Bojayá tiene una duración aproximada de cuatro horas en lancha, dependiendo de las condiciones del río, que generalmente no son óptimas para navegar por la falta de mantenimiento fluvial.

"Oiga señor presidente, hágasenos para acá y con esos otros grupos digamos que va pasar", canta Máxima Asprilla

Esta mujer, que hoy le pide al presidente Iván Duque que no permita que se repita una masacre en Bojayá, es Máxima Asprilla, una sobreviviente de la masacre de mayo 2002. Ella afirma que el 60% de personas que murieron en este genocidio hacían parte de su núcleo familiar.

"Tuvimos unos meses (en los) que sentimos más tranquilidad. Teníamos las puertas abiertas, uno se quedaba afuera conversando con los vecinos en los andenes, pero lamentablemente hoy podemos decir que sentimos temor de que nos vuelva a pasar lo mismo", afirma Asprilla.

Con el proceso de paz, la esperanza retornó a la comunidad de Bojayá, aunque esta duró sólo unos pocos meses. Así lo confirmaron en La W varios líderes sociales bajo amenaza:

"Nosotros (cuando se firmó el proceso de paz) creímos que había llegado la tranquilidad al pueblo campesino. Vivimos 8-10 meses tranquilos, pero a partir de la presencia de otros grupos al margen de la ley, volvió la intranquilidad al pueblo".

"En el 2015 que inició todo esto del proceso de paz, sí tuvimos paz. Tuvimos un largo año de tranquilidad, íbamos a sus fincas, no teníamos temor, no había rumor, había muy poca presencia del ELN, pero las Farc como tal ya no estaban, ya no estaban los del Golfo…"

Esto dice el párroco de Bojayá, Álvaro Mosquera:

"Aunque se firmó ese convenio, ese tratado de paz con el presidente Juan Manuel Santos, las comunidades han continuado con el mismo temor. Hubo la esperanza de que tal vez las cosas volvieran a restablecerse y que hubiese esa paz y tranquilidad en las comunidades".

Con la visita a este departamento, La W logró confirmar lo que tantas veces ha denunciado la población y es que ya inició la  nueva fase del conflicto armado. Con el Acuerdo de Paz de 2016 salieron las Farc del territorio, pero hoy en día existe una nueva disputa por el territorio entre los paramilitares y el ELN.

Así nos lo expresaron los líderes sociales:

"No sabemos por dónde a esa gente realmente le dé la gana de aparecer, porque ellos donde se les dé la gana, aparecen".

"Acá confirmado están los del ELN, están los gaitanistas, los del Golfo y bacrim": líder social

Padre Álvaro Mosquera, párroco de Bellavista: "Cuando salen las Farc deja el espacio, el ELN viene y ocupa el territorio porque el Estado no (lo) ocupó. Ahora la situación está más complicada, mucho más conflictiva, porque hay otro grupo, los gaitanistas han venido a ocupar el territorio”.

El defensor Regional del Chocó, Luis Murillo, explica qué tan complicada está la situación:

"Tanto el ELN como las AGC llegan de manera violenta al territorio, rompiendo las estructuras organizativas, intimidando a los líderes, generando confinamiento y desplazamientos a partir de la instalación de explosivos, a partir de la vinculación forzada de sus menores. Es una irrupción violenta desde todos los grupos armados".

Esta disputa entre el ELN y los paramilitares,  que no solo es por narcotráfico sino por la minería, las tierras y el oro, hoy tiene completamente confinada a la población de Bojayá. La mayoría de habitantes no puede salir de sus territorios por miedo a estos grupos armados y porque los caminos de comunicación están sembrados con minas antipersona.

Mateo Gómez es la persona encargada de construir todas las alertas tempranas emitidas en el país desde la Defensoría del Pueblo.

"La que notamos con más gravedad en el mes de octubre del 2019 tenía que ver con un confinamiento dado por la siembra de minas antipersona, que se habían apostado en lugares estratégicos de comunicación y con estas acciones  cortando toda comunicación y toda capacidad de denunciar todo lo que estaba sucediendo".

Esto dicen al respecto los líderes amenazados:

"La alimentación es una situación bastante compleja, las comunidades no pueden salir a hacer sus actividades cotidianas"

"Ya han habido desplazamientos graneados, pero aquí en la cabecera municipal ya hay comunidades de afros e indígenas desplazadas. También hay temor, para donde uno se vaya, tanto aquí como en Quibdó, para donde uno se vaya, porque la violencia está en todo lado"

"Hoy en día la gente no habla bastante por cuidar su vida, porque nadie se quiere morir y uno sabe que si abre la boca mucho se la llenan de moscas", afirma Máxima.

El defensor Murillo explica por qué Chocó se ha convertido en la escena del crimen:

"Es un escenario de vida que los grupos armados han convertido en la escena del crimen, la escena de las masacres el desplazamiento en donde todavía las comunidades resisten y persisten, bajo el entendido que es la única posibilidad de vida que tienen. Estas poblaciones han sido desplazadas en múltiples ocasiones del pasado y saben lo que implica el desplazamiento a otras zonas, por ello están en un ejercicio de desplazamiento interno o de resistencia y de confinamiento que les permita afrontar de alguna manera una embestida tan fuerte como la que adelantan los grupos armados entre ellos".

Las comunidades indígenas de Bojayá, constituyen una de las poblaciones más afectadas con esta disputa del territorio, dada la dificultad que tienen para comunicarse y llegar hasta la cabecera municipal, Bellavista. Esta situación les ha impedido desarrollar actividades como la pesca y la agricultura, base su sustento.

Armeido Almájara es cabildo representante indígena de una de las 36 comunidades que hay en Bojayá.

"Yo a veces tengo miedo, como ellos tienen sus armas uno a veces tiene miedo, pero como cabildo hay que estar hablando con la gente, estamos en eso. Los gobernadores de la comunidad estamos en miedo, y los civiles también tienen miedo y los señores y las señoras también tienen miedo, no vamos a coger caña ni el arrocito".

Este gobierno ha hecho nueve visitas al Chocó y tres de ellas han sido a Bojayá.

En la primera se entregó el mausoleo que rinde homenaje a las víctimas de la Masacre, en la segunda fue el viceministro del interior, Daniel Palacios y la tercera fue la visita del presidente Duque el pasado 11 de enero, luego de conocerse la situación de confinamiento de algunas comunidades.

Ese día, el mandatario anunció que se construirá una base militar en Bojayá y también la adquisición de unas lanchas para fortalecer la Infantería de Marina. Sin embargo, las comunidades de Bojayá manifiestan que la solución no es incrementar la presencia militar.

"Aumentar el pie de fuerza es un paliativo", dicen.

"El diálogo es lo más importante, que lleguemos a un acuerdo y suelten las armas".