Actualidad

Soñaba que mi esposo volvía a la casa: Los relatos de víctimas de secuestro de las Farc

La W presenta las historias que las 2.456 víctimas de todas las orillas sociales contaron a la JEP, las cuales hacen parte de la columna vertebral de la imputación al secretariado.

Soñaba que mi esposo volvía a la casa: Los relatos de víctimas de secuestro de las Farc. Foto: Colprensa

Soñaba que mi esposo volvía a la casa: Los relatos de víctimas de secuestro de las Farc. Foto: Colprensa(Thot)

Fueron 564 páginas en las que se concentraron los relatos de más de 2.400 víctimas de la guerrilla (el estimado es superior a los 8.000 en total), quienes en diferentes latitudes del país y con diversas ocupaciones cayeron presas (o sus familiares) de los bloques armados de las Farc y contaron su historia ante la JEP. 

Empresarios, campesinos, políticos, tenderos, militares, policías, profesores y hasta pastores de iglesias pasaron días, semanas, meses o años enteros amarrados a árboles, sufriendo tratos humillantes y violatorios del derecho internacional humanitario.

Los crímenes que vivieron no fueron solamente el secuestro como tal, de acuerdo con las víctimas fue un compendio de aberraciones que se gestaron en la crueldad como arma de guerra, entre ellos los abusos sexuales al que fueron sometidos mujeres, hombres y niños. A varias mujeres las violaron en sus fincas y estando embarazadas, en otras su pecado fue ser la obsesión de un comandante guerrillero e incluso, una de ellas fue accedida carnalmente al caer secuestrada junto con su nieto mientras buscaba desesperadamente a sus hijos reclutados por las Farc en el Meta cuando tenían 13 y 14 años.

"...me taparon la boca con las manos, yo les dije que porque me hacen esto y él dijo cállese si quiere ver a sus hijos hoy, me sometieron pese a mi forcejeo eran más, ese guerrillero viejo con pistola en mano empezó a abusar de mí y cuando él terminó pasó el otro y de ultimo el que me tenía la boca tapada, cuando me soltó me agarró el viejo y encañonándome con la pistola el otro muchacho abusó de mí, cuando terminaron me soltaron y yo tenía mis manos talladas de la cuerda adolorida me vestí y ellos dijeron vaya báñese y viene a tomar caldo" contó la víctima 1.855 bajo protección de identidad.

Otra de las historias estremecedoras es la de la víctima 741, quien cuenta que compartió cautiverio con la excandidata presidencial Íngrid Betancourt. Durante su secuestro señala que fue abusada por "Manuel Marulanda", el "Mono Jojoy", y por el prófugo Jesús Santrich, sobre Santrich cuenta que la torturaba chuzando sus partes íntimas con agujas, relato que no reproducimos por respeto a la víctima.

De acuerdo con los testimonios, los niños también fueron víctimas de las Farc al ser retenidos en contra de su voluntad y convertidos en guerrilleros. En el documento de la JEP se desarrollan varias de las historias de algunos menores y sus padres. Por ejemplo, una madre (víctima representada con el número 20) contó que su hija fue reclutada forzosamente por las Farc y luego murió por causa de varios abortos practicados.

Otro menor (para la época) reconocido en el Tribunal de Paz con el número de víctima 153 denunció que fue lanzado a un despeñadero por negarse a hacer parte del Bloque Magdalena Medio de la guerrilla, después de ser reclutado a los 9 años.

"No accedí a cargar fusil ni entrenamiento, ni me ponía los camuflados, me ordenaron matar personas y me negué a hacerlo, por lo que me llevaron a un peñasco y me lanzaron creyendo que me habían matado. Fui rescatado por un joven de la zona, y me curó. Después de mi recuperación me llevaron al puesto de salud, debido a mis heridas, perdí todos los dientes, se me desprendió la mandíbula y perdí el oído derecho, debido a eso no puedo hablar normalmente. El médico me dijo que quedaba con discapacidad de por vida por la voz y el oído" relató el afectado sobre hechos ocurridos en 1989 en Norte de Santander.

Tal como señala el documento de imputación por secuestro al secretariado de la guerrilla ese crimen tuvo en muchas ocasiones fines extorsivos y no entendió de clemencia ni misericordia con colombianos quienes tuvieron como único pecado ir transitando una carretera o tener un negocio o una finca próspera.

Las personas relatan que eran bajadas de los carros o buscadas en sus casas y luego llevadas a zonas montañosas donde eran amarradas con cadenas. El drama no terminaba en la selva, si los familiares del cautivo no pagaban completo el rescate debían entregar a otro familiar (o a ellos mismos) sin importar su edad como "canje" mientras conseguían el resto del dinero para financiar a la guerrilla. Incluso algunos señalan que hoy continúan pagando préstamos a los bancos que fueron ejecutados para pagarle a las Farc.

Además, manifiestan que robaban su ganado y sus empresas, incluso debían irse de sus hogares convirtiéndose en desplazados y perdiéndolo todo porque o lo hacían, o los mataban. Así le sucedió a la víctima identificada como 2.165 que perdió a su esposo un comerciante de granos y abarrotes huilense quien nunca más volvió cuando se desplazó al Guaviare a negociar el rescate de su hermano y un cuñado, en poder de las Farc.

"En vista de no saber nada con mis hijas día a día iba luchando sola, el poderles brindar un mejor futuro y lejos de la guerra, al principio me rehusaba a iniciar el proceso, porque siempre guarde mis esperanzas de que estuviera vivo, lo soñaba muchas veces llegar a casa" señaló la mujer quien tuvo que salir de Neiva (Huila).

Incluso, una campesina huilense bajo el número 2.189 señala que su familia fue obligada a darle al frente 13 de las Farc un bulto de panela para que le fuese entregado el cuerpo de su padre y darle santa sepultura después de su asesinato en cautiverio.

Los militares y policías fueron otro de los grupos afectados por el accionar de las Farc. Cientos de efectivos cayeron en manos de la guerrilla luego de sus tomas armadas como las adelantadas en Miraflores (1998) y Patascoy (1997). Entre sus vivencias cuentan que los enterraban hasta el cuello, les daban vidrios en la comida, e incluso orinaban encima de ellos. Un Policía por ejemplo señaló que en el Cauca fue colgado de manos y pies, posteriormente quemado con cigarrillos, además abusado sexualmente.

"No sé cuántos, pero fui abusado sexualmente por ellos. Yo recuerdo que me desmayé y pedía que me mataran" manifestó la víctima, reconocida con el número 645.

En el contenido del documento de 564 páginas que revela La W son muchos más los actos de tortura física y psicológica atribuidos a la guerrilla. Los secuestrados denunciaron ante la JEP que debían cavar sus fosas, les introducían heces fecales en su comida, perpetraban atentados contra sus seres queridos para presionar los pagos por rescate, los dejaban días sin comer o asesinaban a sus familiares en presencia suya.

Le puede interesar: 

Incluso, la víctima representada con el número 1.497 señaló que a su hija de siete años un guerrillero le introdujo una pistola en la boca porque apuntó el número de la placa de la moto en la que lo secuestraron en Puerto Santander, Norte de Santander.

Así como lo indica el escrito de la Sala de Reconocimiento de la JEP que imputó por esos crímenes al secretariado de la guerrilla por cadena de mando, varias de las víctimas de esos actos criminales manifiestan que pagaron por el rescate de sus familiares y nunca los regresaron, por lo tanto piden justicia y reparación.

Además, después de años o décadas enteras sin respuestas, también esperan que les digan dónde enterraron a sus seres queridos muertos en cautiverio, con el fin de recuperar sus restos y estar en paz.

El siguiente artículo se está cargando

Escucha la radioen directo

W Radio
Directo

Tu contenido empezará después de la publicidad

Programación

Señales

Elige una ciudad

Compartir

Más acciones

Suscríbete

Tu contenido empezará después de la publicidad