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Excomandantes de Ejército fueron acusados por falsos positivos de Fuerzas Especiales

La W tuvo acceso a varias de las confesiones de sus subalternos en esa agrupación especial en Medellín. Concluyeron que las ejecuciones extrajudiciales contaron con la aprobación de los altos mandos de la Cuarta Brigada y la División.

Excomandantes de Ejército Mario Montoya, Óscar González Peña y Juan Pablo Rodríguez Barragán. Foto: Colprensa.

Excomandantes de Ejército Mario Montoya, Óscar González Peña y Juan Pablo Rodríguez Barragán. Foto: Colprensa.

La W conoció en exclusiva los testimonios de más de 10 de los exintegrantes de las Fuerzas Especiales de Medellín (AFEUR) entre 2003 y 2007, particularmente de sus comandantes, quienes en sus declaraciones ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) incriminaron gravemente a generales excomandantes del Ejército como Mario Montoya, Óscar González Peña y a otro laureado oficial, hasta hace unos años comandante de las Fuerzas Militares: el general (r) Juan Pablo Rodríguez Barragán.

1. EL EXCOMANDANTE QUE PRENDIÓ EL “VENTILADOR”.

En los escandalosos relatos, varios de los excomandantes de Fuerzas Especiales acusaron ante la JEP al general (r) Mario Montoya, como fue el caso del mayor Hernando García García, quien aseguró ante los magistrados que Montoya “era tan descarado” que lo incitó a cometer esos crímenes señalándole que los “bandidos” podían ser sacados hasta de los taxis y “tan tan”, dispararles.

“(Montoya) decía oiga y usted cómo va con las bajas, ¿ya hizo bajas? ¿ya esta semana cuántas lleva? Y era tan descarado que decía, vea usted los coge durmiendo en un taxi, así durmiendo en el taxi, usted los coge y no es sino tan, tan, y me los reporta que no pasa nada (…)”, sostuvo el mayor ante la jurisdicción.

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Es más, García afirmó ante la JEP que Montoya avalaba que los “bandidos” fueran sacados de sitios como ollas de consumo de droga, y bajo engaños los llevaran a otras locaciones para asesinarlos con miras a luego presentárselos como bajas en combate, alimentando el patrón criminal.

“Me decía: oiga usted los puede encontrar durmiendo en un taxi, ese taxista que está durmiendo ahí dentro del taxi se lo acaba de robar, ese era uno de los ejemplos, es que el bandido está allá en la olla, invítelo, llámelo, sáquelo de allá donde está el bandido hombre y ejecútelo, simple y llanamente le decía a uno es que es tan fácil hacerlo, si los bandidos no se dejan agarrar hombre cácelos”, declaró el mayor García.

De acuerdo con el testimonio de García, la empresa criminal en las Fuerzas Especiales de Medellín venía desde antes, cuando el comandante era el hoy coronel Beismarck Salamanca Nempeque (quien, a pesar de su elevada condena por esos crímenes, negó ante la JEP haber participado más allá de autorizar y quedarse callado).

García sostuvo que inicialmente se negó a implicarse en esos crímenes y trató de hablar con los generales Óscar González Peña y Mario Montoya, pero la respuesta fue amenazarlo con dejarlo sin trabajo y que su vida terminaría en “vender refrescos debajo de un puente”.

“Yo no quise al principio meterme, yo reevalué las cosas para mi vida, intenté hablar con el general y decirle, hombre mi general, hablé con el general González, hablé con el general Pico, hablé con el general Montoya, dije esto va a ocasionar un problema. Me llama el general Montoya y me dice: aliste sus maletas que lo voy a mandar a vender bolis debajo de un puente en Bogotá, usted no sirve para el Ejército, y el general González me dijo voy a poner a aguantar hambre a sus hijas y a su mujer”, sentenció el excomandante de Fuerzas Especiales.

Es más, según García en una ocasión el general González Peña le dijo que ojalá en algún momento pisara una mina antipersonal “que lo borrara a él y su familia” ante su conflictivo rechazo a cometer esos crímenes a diferencia de otros batallones de la Cuarta Brigada donde era el pan de cada día.

Ellos me trataron como quisieron, pero a la final no me echaron, pero sí me mandaron para el lugar más fregado que había de orden público que era La Uribe (Meta), el cañón del Guayabero, y antes de irme me dijo el general González: ojalá pise una mina de al menos 500 libras de presión y lo borre de la faz de la tierra y ojalá con su familia también me dijo el general, yo me perdí en la selva y luego llegaron los requerimientos de la justicia”, fueron sus duras palabras ante la JEP.

Continuando con su confesión, el mayor García reveló que cuando llegó a las Fuerzas Especiales no había ni siquiera desempacado sus maletas cuando ya un sargento de apellido Torres (por orden del coronel Juan Carlos Piza) le contó “cómo se trabajaba” en esa unidad militar. Esa misma noche le reportaron las dos primeras “bajas”, que al llegar al sitio se percató que eran falsas y tenían dos escopetas que los soldados le habían comprado a un armero.

En ese momento de la diligencia salpicó gravemente ante la JEP a otro de los excomandantes del Ejército: Óscar González Peña, acusando que al evidenciar las irregularidades se negó a avalar la operación, pero el general González Peña lo obligó a firmar y dar su aprobación, así como en otras “operaciones”.

“No intervine ni siquiera operativamente, me tocó firmar, yo duré como dos meses peleando por esa operación. (…) dígale al capitán que firme, y yo decía yo no firmo, entonces el general González me mandó llamar y me dijo firma, y yo le dije, pero mi general, pero si esta operación no la hice yo, y me dijo firme, el que se fue se fue y el que llegó tiene que firmar, me intentó explicar que estábamos blindados jurídicamente”, detalló.

Incluso, en su descarnado relato ante la JEP, el mayor García señaló que en sus Fuerzas Especiales contaba con un soldado llamado Ariel Sierra (con el alias de ‘Jim’), luego asesinado en extrañas circunstancias, quien era el “propio” y de mayor experiencia en falsos positivos. Según García, al soldado se lo prestaban entre los batallones de la Cuarta Brigada cuando estaban “flojos” de resultados y por orden del propio general González Peña tenía que prestárselo a los comandantes de Batallón para conseguir las víctimas.

“Me daban la orden a mí de que lo prestara, preste al soldado a tal batallón que está mal, préstelo a tal batallón que está peor, envíe al soldado a tal batallón, a tal departamento. Me dieron esas órdenes los comandantes de la Brigada el general Luis Roberto Pico y el coronel Juan Carlos Piza Gaviria. – MAGISTRADO - ¿del anterior comandante González Peña recibió esa orden? – MAYOR GARCÍA: siendo comandante de la División, por intermedio del comandante de la Brigada me dijo: mi general González ordenó que le envíe al soldado “Jim” a tal parte, estaba bastante consumido por ese modus operandi”, narró crudamente ante los magistrados.

De acuerdo con el mayor García, el coronel Juan Carlos Piza Gaviria, jefe de operaciones de la Cuarta Brigada bajo el mando de Óscar González, conocía de los falsos positivos, y por negarse a seguir dando resultados de esa manera fue humillado por Piza, quien le dijo que iba a tener que “pedir limosna” porque lo iban a sacar del Ejército.

Es más, el excomandante de Fuerzas Especiales salpicó gravemente al hoy general (r) Edgar Ferrucio Coppola, sosteniendo ante la jurisdicción que el coronel Coppola conocía del llamado “kit de legalización” consistente en las armas y explosivos que les colocaban a las víctimas. Según García, Coppola se refería a las armas y explosivos como el “pararrayos” para evitar los líos legales.

“La primera vez que escuché del kit de legalización fue en una reunión de Estado Mayor por una visita que iba a hacer el presidente de la república a Medellín, no escuché el kit, pero sí el “pararrayos”, me decían: es que usted lo único que tiene que hacer es buscarse unos pesos para que compre unos cuantos pararrayos, mi coronel Correa Coppola fue el que me dijo eso, yo no entendía, y alguien me dijo que el pararrayos era el kit: granadas de mano, cordón explosivo, un fusil, en preferencia AK-47, una navaja, pues para ponérselo al muerto”, detalló ante la jurisdicción.

De acuerdo con el mayor García, cuando los problemas empezaron, se comunicó con sus superiores en la Cuarta Brigada, pero la respuesta fue decirle que le tocaba afrontar por haberse dejado “coger”. Además, sostuvo que siempre los generales les dijeron que “estaban blindados” jurídicamente para que no se preocuparan, que al Ejército colombiano le pasaría como al estadounidense, que “podía invadir cualquier país y no les pasaba nada”.

“Que los crímenes de guerra no existían, esa era la retórica que utilizaban a ver si uno dejaba el miedo y se convencía de que uno podía hacer esas operaciones ilegales, palabrería para que uno hiciera lo que ellos necesitaban que uno hiciera”, fueron sus palabras ante la jurisdicción.

En su crudo testimonio, el mayor García expresó que le tocó llegar incluso a cometer un falso positivo el 6 de diciembre de 2005 cuando pidió permiso para ir a estar presente en el nacimiento de su hija, porque cuando fue a realizar el requerimiento, según él, el general Luis Roberto Pico le dijo que tenía que “presentarse con algo” su oficina.

2. EL OTRO ACUSADOR.

El otro comandante de las Fuerzas Especiales que prendió el ventilador y salpicó gravemente a altos oficiales del Ejército fue el mayor (r) Álvaro Alfredo Gamba Quiroga, quien particularmente señaló al general (r) Juan Pablo Rodríguez Barragán, excomandante de las Fuerzas Militares. De acuerdo con Gamba, ya estaba tan “untado” por esas operaciones falsas que decidió no hacerlas más, y el general Rodríguez le siguió pidiendo resultados, aunque tenía más de la mitad de sus hombres en la cárcel. Incluso fue sacado de las Fuerzas Especiales por orden de Rodríguez.

“En esa época ya habían iniciado los procesos jurídicos los soldados, yo ya tenía casi el 50% de los soldados con medidas de aseguramiento y aun así este señor general Juan Pablo Rodríguez Barragán pidiendo resultados (bajas). Es tanto así que se hizo la única operación con todas las medidas y se capturó a un extorsionista y textualmente me dijo eso no me sirve, me imagino que mi traslado al Caquetá fue una represalia del comandante por no seguir dando resultados como él quería”, afirmó.

El mayor Gamba además salpicó a otro alto oficial de la Cuarta Brigada. Sostuvo que estuvo en una reunión en la que el excomandante de esa Brigada, general Jorge Rodríguez Clavijo, empezó a presionarlos para que presentaran bajas.

“Presencié una reunión de comandantes de la Cuarta Brigada, esa reunión la presidía el general Rodríguez Clavijo, y le dijo al comandante del Batallón Girardot, le dijo usted que pasa que no está dando resultados, y el coronel que se llamaba Pinto Lizarazo en esa época, se paró y le dijo no mi general yo no voy a hacer cosas ilegales, ahí se acabó la reunión, el general se salió de la reunión y al coronel Pinto lo sacaron trasladado del Batallón Girardot”, narró a los magistrados.

Según Gamba, en los programas radiales escuchaba expresiones sobre los batallones que no estaban dando “bajas”, que fueran a la morgue “a conseguir los muertos”, pero que tenían que dar resultados.

Es más, de acuerdo con Gamba, en la Cuarta Brigada (comandada en su momento por Rodríguez Barragán) nunca le cuestionaron alguna de las bajas.

“Su señoría la Brigada nunca cuestionó, porque ya el comandante de la Brigada sabía cómo funcionaba eso y ninguna baja me la investigaban porque ya era una práctica que venía de tiempo atrás, mi error fue seguir permitiendo que eso pasara y a ningún Batallón se le cuestionaba”, detalló.

El mayor Gamba prosiguió su confesión afirmando que toda la línea de mando superior a él en la zona norte del país conocía de esa práctica criminal, y señaló a una fila de generales entre los que destacan Mario Montoya, Óscar González Peña, Juan Pablo Rodríguez y otros altos oficiales que tomaron las riendas del Ejército a nivel nacional y las Fuerzas Militares.

“Su señoría esta práctica era conocida por los jefes que tomaban decisiones en la Brigada, en la División, en el Comando Conjunto Caribe, porque eran los comandantes que habían estado en la Cuarta Brigada y habían ido escalando. – MAGISTRADO: ¿a quiénes se refiere? – MAYOR GAMBA: Su señoría los nombres son: señor general Luis Roberto Pico, señor general Jorge Ernesto Rodríguez Clavijo y el señor general Juan Pablo Rodríguez Barragán. El coronel Juan Carlos Piza Gaviria, el comandante de la División Óscar González Peña, y el comandante del Comando Conjunto, el señor general Mario Montoya Uribe” sostuvo ante la JEP.

3. LA “PODREDUMBRE” DE LA CUARTA BRIGADA DEL EJÉRCITO Y LAS FUERZAS ESPECIALES.

De acuerdo con todos los testimonios conocidos por La W además de los de los dos mayores, todos coinciden en que los comandantes de la Cuarta Brigada conocían de la ocurrencia de las ejecuciones extrajudiciales. Según el mayor García, desde la brigada bajo la comandancia de González incluso le enviaron una caja llena de fusiles AK-47 (armas que no pertenecen ni son utilizadas por el Ejército), para que la guardara en su oficina, y los distribuyera en los batallones de la Cuarta Brigada a medida que iban necesitando para ponerle a las víctimas.

“A mí me decían el general González y el coronel Piza, y me decía el coronel de inteligencia y el coronel de la RIME eran los que me decían a quién le entregaba yo fusiles de esos, por ejemplo, entréguele al Batallón Pedro Justo Berrío 2 fusiles, entréguele al Ospina 1 fusil o ya no entregue más. Y esos fusiles que venían con sus proveedores eran los que le ponían con un chaleco y todo eso a las supuestas bajas. Los llamaban recados” relató a la jurisdicción el mayor Hernando García.

En relación con los levantamientos de los cuerpos, los soldados afirmaron que la Justicia Penal Militar conocía de las bajas irregulares, incluso el mayor Hernando García mencionó una juez penal, que tenía un supuesto “contubernio” con la asesora jurídica que venía trabajando con el comandante anterior (juez Adriana Lizarazo como aparece en los expedientes) de haber ocultado la irregularidad de esas operaciones criminales.

“La Juez sabía de todo, era una juez, ella iba a los levantamientos, al otro día estaba uno sentado, para que supuestamente se archivara la investigación, esa era la orden del general, que se tenía que archivar, y lo hacía. Montaba la investigación. (…) Ella orientaba los soldados frente a qué debían decir, y si estaba diciendo algo que no debían decir, ella inmediatamente se detenía y decía no diga eso, diga esto, lo decían y ella lo plasmaba en el documento, incluso decía tráigame a tal persona porque ellos ya saben cómo es”, aseguró el mayor Hernando García.

“A mí me dijeron que yo estaba blindado. Eso no pasa nada y uno se lo va creyendo, me decían no, si es que nosotros tenemos los jueces, si es que la versión después de que pase todo la cuadramos, te la crees, mecanizas una conducta, nos decían diga esto, y es lo que nosotros decíamos ante los juzgados de instrucción militar, en el juzgado nos decían, oiga no diga eso”, señaló el sargento Edwin Alberto Zapata.

Según el relato del sargento Zapata, buscaban las “bajas” de forma ilegal porque no había forma de realizarlos legales porque no había guerrilla, y tal como lo han confesado los comandantes de las Fuerzas Especiales (García y Gamba) los soldados se turnaban para perpetrar los homicidios diciéndose “hágalo usted esta semana” o “hágalo usted ésta” etc. Incluso, reveló que en ocasiones cuando reportaron capturas, se les tomó hasta plazo para presentar esos capturados como muertos en combate.

“Hubo una misión donde en franca lid se capturaron cuatro jóvenes totalmente armados, y la orden del comandante fue ya sabe qué hacer, porque en ese tiempo usted hablaba de una captura y le decían le doy tantos minutos para que me reporte esos muertos, gracias a Dios a esos muchachos se les respetó la vida”, detalló.

De acuerdo con los testimonios el tema de los falsos positivos era tan normal en la Cuarta Brigada que los comandantes de los batallones hablaban de eso “decían yo esta semana llevo tres, y el otro decía yo llevo estas” y yo respondía yo no, yo no le “jalo a eso”, “hasta el batallón de servicios presentaba bajas” manifestó el mayor García.

“Eso entre los batallones era el mercado de las bajas, me decían ¿usted no tiene una baja por ahí? Entonces ya se conocía, yo decía no, ya estoy metido, pero no me pida eso, estando en la oficina un teniente del Pedro Justo Berrío vino a decirme que necesitaba una baja porque lo iban a mandar para un batallón de contraguerrillas. Ya ahí, el soldado de inteligencia le dijo, que necesita una, yo se la consigo, deme dos días”, expresó García a la JEP.

Asimismo, el capitán Edwin Polo Lozano, quien lloró varias veces durante la diligencia, expresó que los “soldados se rotaban para disparar” y las Fuerzas Especiales de Medellín se convirtieron “casi en un 100%” en una unidad delincuencial” donde si se revisara, prácticamente todas sus bajas serían ilegales.

Incluso, había relación cercana entre los soldados y los paramilitares, según el mayor García sus subalternos llegaron a presentárselos. Los vínculos servían para conseguir las “bajas” de civiles, supuestos guerrilleros o hasta “paras” del mismo grupo que se habían vuelto un problema. La Regional de inteligencia (RIME) de acuerdo con los testimonios, también llegaban a las Fuerzas Especiales con información sobre “bajas para dar” ofreciéndola para que las personas fueran asesinadas.

Ya en el desarrollo de la “operación” si la persona asesinada tenía antecedentes legales le dejaban sus documentos para permitir que fueran identificadas, en cambio, si era un civil ajeno a alguna situación, su cédula y demás papeles los desaparecían para que no fuera hallado.

Finalmente, según las confesiones como la del mayor García, los “reventaban” físicamente desde la Brigada para “ablandarlos”, no dejándolos ni dormir, para desesperarlos y que presentaran las “bajas”. También incluso escuchó del homicidio de soldados que se opusieron a lo que estaba pasando, o amenazaron con denunciar, afirmando que estuvo con otros soldados en al menos una visita al cementerio donde yacía enterrado uno de los militares ultimados por supuestamente rebelarse, en medio de la “competencia de los litros de sangre”.

La W se comunicó con la defensa del general Mario Montoya desde el pasado jueves y aunque el general aceptó responder, no lo hizo. Asimismo se está a la espera de si los generales Juan Pablo Rodríguez y Óscar González Peña desean responder a los graves señalamientos o no.

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