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Nunca exigí litros de sangre, son acusaciones temerarias de soldados: Mario Montoya

La W conoció la declaración rendida por el excomandante del Ejército hace un par de meses, en la que se vio acorralado por la presentación de al menos cinco “muertos en combate” que fueron un completo engaño.

General Mario Montoya. Foto: Cortesía JEP

General Mario Montoya. Foto: Cortesía JEP

La W tuvo acceso a la versión voluntaria rendida ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) por el excomandante del Ejército, general Mario Montoya, en la que fue interrogado por los falsos positivos cuando se desempeñó como comandante de la Cuarta Brigada de la institución entre 2002 y 2003. Allí, negó tajantemente que sus instrucciones hubiesen sido reportar resultados bajo “litros y litros de sangre”.

Nunca di esa orden de litros de sangre, en ninguna parte, y usted le puede preguntar a cualquier comandante de los que estaba bajo mi orden a ver si yo en algún momento me expresé de esa manera. ¿cómo lo voy a hacer, doctora? ¿A quién le cabe en la cabeza? Para mí, son unas acusaciones temerarias de esos muchachos”, sostuvo el excomandante del Ejército.

Es más, el exlíder de la Cuarta Brigada fue enfático durante toda la diligencia en que siempre “promovió” el respeto a los derechos humanos en esa organización militar, y se sostuvo en que nunca dio una orden ilegal, que sus exigencias eran bajas, pero nunca criminales.

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Yo nunca di una orden ilegal y en eso me sostengo, doctora, ahora, si ellos procedieron de otra manera ellos tienen que responder como lo han reconocido aquí (...) tenga la certeza que puntualmente se les hablaba de respeto por la población civil, de manera permanente les estaba reiterando, permanentemente” manifestó Montoya.

El general además afirmó que cada uno debe responder por lo que le corresponde, y que los soldados que participaron en esos delitos engañaron a todo el mundo, incluidos sus comandantes, poniendo el dedo en la llaga y calificando de “patéticos” a los militares rasos sobre tácticas como los “combates simulados” que realizaban, para justificar “munición” usada en la comisión de los crímenes.

“Hay un caso que es patético, cómo un soldado comenta en una de las versiones que ellos simulaban un combate y el radiooperador lo oprimían, oprimían el auricular y hacían disparos al aire para simular que estaban en combate, y esa era la información que le llegaba al comandante del Batallón, un combate. Hasta ese estado llegaron, engañaron a la justicia penal militar, a sus comandantes de batallón, a mí”, sentenció Montoya.

Además, descalificó las acusaciones en su contra referidas por más de 10 soldados quienes lo señalaron de exigir “litros y litros de sangre” en los programas radiales. Según lo defendido a ultranza por Montoya, primero nunca obligaba a sus tropas a escuchar sus programas, y segundo, menos “hablaría de esa forma” ante sus subalternos.

Es más, para el general Montoya, si los soldados lo escuchaban era por orden de sus comandantes de Batallón, pero no porque el excomandante del Ejército los obligara a atenderlo.

“Yo no di la orden en ningún momento de que esas unidades estuvieran escuchando o que hicieran programa conmigo. No, no di la orden. (...) si ellos estaban escuchando estaban alterando (el orden) o más bien cumpliendo una orden de su comandante de Batallón la cual yo desconocía” sentenció.

Por otra parte, el general se vio duramente cuestionado en torno al resultado de cinco falsos positivos en San Rafael (Antioquia) el 9 de marzo de 2002, donde las personas (entre ellos dos niñas, civiles, menores de edad) quienes iban en un carro con miembros de las Autodefensas, fueron asesinadas y presentadas como bajas en combate, además configurándose un engaño, porque se reportaron como “bajas” del frente noveno de las Farc.

Aunque el general señaló que solamente se enteró que algunos de los muertos eran civiles menores de edad y que tenían que ver con las Autodefensas y no con las Farc hasta después de la rueda de prensa que lideró, fue desmentido tajantemente por el coronel Julio Novoa Ruiz, quien confesó ante la JEP, en testimonio leído por la magistrada Catalina Díaz, que el resultado se presentó de forma mentirosa, como un “falso positivo”, por orden de Mario Montoya.

“Él me dijo que dijera que eran del Noveno Frente de las Farc, entonces yo le dije no mi general porque es que ellos son Autodefensas, son de aquí mismo, son de San Rafael, todo el mundo los conoce. Mi general igual, dio la información de que eran del Noveno Frente de las Farc, dio la rueda de prensa”, señala el testimonio de Novoa leído por la magistrada.

Pero además, desde el Hospital de San Rafael (Antioquia) afirmaron que el general llamó el mismo día de las bajas, 9 de marzo, a decir que esos cadáveres solo se le podían entregar a él o un delegado suyo, y nadie distinto podía reclamarlos. Pero Montoya también desmintió al hospital.

Estoy seguro de no haber hecho esa llamada, eso es falso, no lo podía hacer, no era de mi incumbencia hacer una cosa de esas” indicó el general.

Incluso, (con evidente molestia de la magistrada) el general afirmó que ese resultado se presentó como bajas de las Farc porque en su “imaginario” en esa zona delinquía ese grupo guerrillero y con base en su “imaginario” presentó esos muertos como guerrilleros (aunque no lo eran), a pesar, de que el coronel Novoa le dijo, y había documentos oficiales, que demostraban que eran paramilitares y civiles.

“Según mi apreciación de inteligencia quienes venían delinquiendo eran las Farc y el ELN, no las Autodefensas. Según mi apreciación allí no había Autodefensas” expresó.

Finalmente, tras aceptar que se enteró que entre los muertos había civiles, el general señaló que (a pesar de tener conocimiento de esa grave información) no supo qué más pasó con el caso, y la investigación según él, debía ser impulsada por el comandante del Batallón, por lo cual se desentendió de los hechos.

Asimismo, Montoya manifestó que nunca supo de irregularidades en el manejo de dineros para pago de recompensas que muchas veces terminaron en bolsillos de “reclutadores”.

También, indicó que se “autodescribiría” como una persona exigente dentro de los parámetros legales y “sin abusar del mando” o incurrir en el maltrato hacia quienes estaban debajo de él en su rango militar, asunto que decenas de soldados han desmentido, calificándolo como un comandante grosero y maltratador.

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