Al Oído: Gustavo Petro dijo que todos viviríamos sabroso, pero la fiesta fue solo para él y los suyos
Colombia vive con lo justo, pero en el Gobierno del “Cambio” se vive de excesos. Se desbarata la promesa de un Gobierno que dijo venir a dignificar a los de abajo, pues están tan arriba que ni los ven.
Al Oído: Gustavo Petro dijo que todos viviríamos sabroso, pero la fiesta fue solo para él y los suyos
Al Oído quiero decir algo que muchos están sintiendo hoy:
Mientras usted, colombiano, está mirando cómo será este diciembre; qué puede comprar, qué no puede, qué se recorta y qué se aplaza, el presidente Gustavo Petro —el mismo que tanto habló contra la oligarquía— resultó ser el único que sí puede vivir como oligarca, con lujos que ni en las películas.
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Ese es el contraste que indigna.
Ese es el contraste que duele.
Porque mientras millones hacen cuentas para ver si alcanzan a pagar el mercado, los útiles del niño, el arriendo, la natilla o uniformes nuevos el próximo año; la UIAF revela que el presidente se pasea por el mundo gastando lo que un colombiano no ganaría ni en varias vidas.
Solo en tres viajes —China, Japón y Nueva York— el presidente gastó 1.176 millones de pesos.
Para aterrizarlo: alguien con salario mínimo tendría que trabajar 69 años para ganar lo que Petro quemó en tres semanas.
Pero eso sí: habla de austeridad.
También aparecen transferencias a Verónica Alcocer, compras de lujo en el exterior y, doce cuentas de ahorro.
El presidente que se le enredó presentar su declaración de renta en 2018 ahora maneja cuentas como si fuera banquero internacional.
Y aquí es donde uno dice:
¿No que la oligarquía era la enemiga?
¿No que el capitalismo era perverso?
¿No que la lucha era contra quienes vivían sabroso mientras los demás sufrían?
Pues parece que el discurso quedó para la plaza… y los lujos para él.
Mientras tanto, su círculo sigue ese mismo “modo VIP”:
- La vicepresidenta en helicóptero para todo.
- Juliana Guerrero con un título improvisado que apareció más rápido que un tamal caliente.
- Benedetti en versión “no sé, no fui, no entiendo”.
- Y el presidente acumulando millas como si gobernar fuera ser influencer de viajes.
Pero mientras ellos están en su propio club, en el Cauca la realidad es brutal: más de 690 niños reclutados, un aumento del 2.700% en violencia, territorios sin Estado, comunidades al borde del abandono total.
Y esa distancia entre la vida real de los colombianos y la vida de lujo del poder es lo que más desconecta.
No es solo el gasto.
Es la falta total de coherencia.
Porque no se puede hablar de igualdad mientras se compra Prada.
No se puede hablar de justicia social mientras se derrocha dinero público.
No se puede hablar de “vivir sabroso” mientras el país vive con miedo.
Y en ese rompecabezas aparece Suecia: la primera dama moviéndose entre lujos, gastos que nadie explica y ahora una nominación que coincide demasiado con esa nueva vida. No es solo Petro viajando: es un proyecto de poder instalado en un estilo de vida que contradice todo lo que prometieron. Compras en el exterior, transferencias llamativas, tarjetas que no conocen la palabra “austeridad”. El discurso quedó para las plazas; la comodidad, para ellos.
El país madruga, trabaja y aguanta. Ellos viajan, derrochan y se acomodan. Y Colombia ya lo entendió: una cosa es prometernos que todos íbamos a “vivir sabroso”, y otra muy distinta es que los únicos que viven sabroso sean ellos mientras el resto hace magia para llegar a fin de mes.
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Por eso esta molestia no es política: es dignidad. Es ver que todo lo que criticaron… hoy lo hacen, pero con más descaro que nunca.
Del CAMBIO pasamos al AMO: un gobierno enamorado de sus propios privilegios. ¡Qué desilusión!
Al Oído: Gustavo Petro dijo que todos viviríamos sabroso, pero la fiesta fue solo para él y los suyos
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